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Memoria y verdad

Marcos Peckel
29 de junio de 2022 - 05:01 a. m.

Esta columna es escrita en momentos anteriores a la presentación el día de ayer martes por parte de la Comisión de la Verdad de su informe final en el teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, tras cinco años de una ardua labor de recopilación, entrevistas, visitas y escucha de testimonios. Sin embargo, lo difícil comienza ahora, pues por más que se quiera, verdad no solo hay una, un evento puede ser interpretado de maneras opuestas, y construir verdad y memoria es una de la tareas más complejas que enfrenta una sociedad como la nuestra. Durante los años de labores de la comisión encabezada por el padre Francisco de Roux, no cesaron las críticas, prejuicios y debates y faltando días para concluir su tarea, la renuncia del mayor (r) Carlos Guillermo Ospina sacó a la superficie profundas diferencias entre el estamento militar que el representaba y los otros 10 comisionados.

En las sociedades que han sufrido hechos traumáticos, guerras civiles, insurgencias, dictaduras o genocidio es inevitable un conflicto político por determinar la memoria, por imponer cierto ethos en la interpretación histórica. La memoria no se construye solo con el testimonio de las víctimas. Se requiere igualmente el de los victimarios y cuando estos no coinciden, queda plasmado una guerra de memorias que pocas veces encuentra una salida y puede perdurar por generaciones.

La memoria  hay que construirla y defenderla. A Hitler se le atribuye la frase “¿Quién se acuerda del  genocidio armenio?”.  ¿Qué tanto el extermino de la población indígena hace parte de la narrativa histórica de los pueblos latinoamericanos? En Argentina, la memoria de las atrocidades de la dictadura militar se ha afianzado, mientras que en Chile existe un evidente conflicto de memorias, aun no saldado, entre la Unidad Popular y la dictadura de Pinochet.

El conflicto colombiano plantea un desafío difícilmente franqueable en la construcción de memoria. Las víctimas no tienen una sola voz, en algunos casos se prestan a manipulaciones, sus victimarios son diversos y poco han hablado. Lo políticamente correcto esgrimido por círculos intelectuales y académicos como la verdad revelada, coloca en el mismo plano a una insurgencia que desafió al Estado y a unas fuerzas armadas que defendieron la institucionalidad. Incluso en sectores de opinión, los desplazados, violados, muertos o secuestrados por las guerrillas son menos víctimas que los de los paramilitares o agentes del Estado. Los hechos del Palacio de Justicia son aun escenario de un agrio debate de memorias.

El sociólogo francés Maurice Hallwacks, estudioso de la construcción de memoria colectiva, quien falleció en el campo de exterminio nazi de Buchenwald decía: “El pasado se construye desde el presente”, o en palabras de Orwell: “Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”.

¿Qué recordará la próxima generación de colombianos sobre el conflicto? ¿Quiénes serán los buenos y quienes los malos? ¿Cuál será la verdad de los múltiples conflictos que ha sufrido Colombia en las últimas décadas? Muy seguramente una sola no habrá.

 

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