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Hoy quisiera referirme a la relación entre el uso del idioma y la cortesía, pero también la informalidad. Muchas veces pensamos que las palabras tienen un único sentido o significado, casi monolítico, el «correcto»; sin embargo, olvidamos que, como seres humanos, hay muchos tipos de códigos entre nosotros. Recuerdo que en el colegio había una profesora que nos corregía cuando le decíamos, por ejemplo: «Profe, quería preguntarle una cosa». Ella respondía: «Ah, querías; ya no». No hace falta más contexto para entender lo que pretendíamos expresar. Es tan claro que incluso algo que se considera «oficial», como la Nueva gramática de la lengua española, ha documentado este uso y lo denomina «imperfecto de cortesía».
Hablando ya no de gramática, sino de ortografía, las mayúsculas también son interesantes. Aunque, desde las normas, tradicionalmente se ha señalado el uso de las mayúsculas como inadecuado para enfatizar —con seguridad habrá visto el letrero de «NO pisar el césped» (como si hiciéramos más caso porque está en mayúscula)—, en los entornos digitales estas han adquirido nuevas connotaciones. De hecho, la propia academia de la lengua española hoy recomienda no escribir en ciertos contextos todo en mayúsculas, pero no porque sea «inadecuado», sino porque se considera descortés, debido a que se podría leer como si estuviéramos gritando.
Una última anotación, que probablemente algunos encontrarán descortés: esta semana recordé la discrepancia que hubo hace algunos años entre la RAE y la Fundéu (cuando la segunda no era patrocinada por la primera) sobre si se tilda o no la expresión «chí» (o «chi»), que ahora, a veces, se usa en contextos informales en vez de «sí». Dado que se puede interpretar como un caso en el que es necesaria la tilde diacrítica, me quedo con «chí».
