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En columnas anteriores he abordado el uso adecuado del apóstrofo (no «apóstrofe»); sin embargo, en días recientes me he encontrado varias veces con un caso en particular, que quisiera mencionar. Me refiero a la supresión de la letra «d» en la preposición «de»: «agüita e’ coco», «casa e’ piedra», entre otros. Es preciso recordar, entonces, que la función de este signo es marcar la supresión de sonidos en palabras sucesivas, que, en consecuencia, quedan unidas por el apóstrofo. En las frases anteriores, es claro que la supresión ocurre entre la primera palabra y la preposición. Por lo tanto, las formas correctas serían «agüita’e coco» y «casa’e piedra».
Por otro lado, llegó a mi correo una consulta sobre construcciones como «me vi» o «me leí»: ¿no es mejor, por decir algo, «leí ese libro» que «me leí ese libro»? Pues bien, al respecto se podría interpretar lo que la gramática ha denominado dativo aspectual, cuyo objetivo es hacer énfasis, por ejemplo, en el esfuerzo que requirió una acción. «Me leí» tiene la connotación de que la lectura implicó un interés o dedicación particular, por lo menos mayor a lo que transmite un sencillo «leí».
Otro error que sigo viendo con frecuencia y que, por tanto, me motiva a insistir en ello, es la separación con coma de palabras que se duplican con el mismo objetivo anterior: enfatizar. Me refiero a frases como «es muy, muy grande». En esos casos, la coma no es necesaria (pese a que programas como Word así lo subrayen). Es decir, «muy muy grande» es lo recomendado.
