
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A propósito del próximo cónclave, conviene recordar varias pautas de ortografía. Pese a la solemnidad que ha rodeado la velación y el funeral del papa Francisco, así como los actos posteriores, muchos de los nombres y expresiones que se usan en este contexto van en minúscula.
Lo que determina que una palabra se inicie con mayúscula no es el grado de respeto o solemnidad, sino si se trata de un nombre propio. No sobra insistir en que «papa», al igual que «rey», «presidente» y otros títulos o cargos de persona, va con minúscula inicial. Lo mismo sucede con expresiones como «su santidad» o «santo padre». En cambio, los nombres propios u oficiales de órganos o instituciones, como «Colegio Cardenalicio» o «Santa Sede», comienzan con letra capital. En «Iglesia católica», la primera «i» se escribe en mayúscula debido a que, precisamente, se refiere a la institución. El adjetivo «católica» («luterana», «anglicana», etc.) se considera apenas un especificador, por lo que se escribe en minúscula.
Las comillas y las cursivas también se usan con frecuencia. Las primeras no son necesarias en adjetivos como «papable». La Fundéu recordó recientemente que «es un término bien formado», que, de hecho, se encuentra documentado en el Diccionario de la lengua española. Así, es correcto escribirlo sencillamente en letra redonda (sin comillas ni cursiva). Lo mismo sucede con sustantivos compuestos como «papamóvil»: no necesita ningún resalte.
La cursiva, en cambio, es adecuada en latinismos, como «habemus papam».
