Varias noticias de las últimas semanas sirven de excusa para hablar de nuevo sobre algo fundamental en la ortografía: las mayúsculas. ¿Qué sucede cuando nombres propios pasan a formar parte de ciertas expresiones, locuciones o incluso nombres comunes?
Por ejemplo, a propósito de la toma de posesión del nuevo presidente de la República de Corea, el contexto regional fue tema de análisis: ¿abrirá China la caja de Pandora que representaría una ofensiva contra Taiwán? En ese tipo de locuciones es adecuado mantener la mayúscula del nombre propio que lleva la expresión («Pandora»). La ortografía académica señala que lo mismo ocurre con «el caballo de Troya» o «el talón de Aquiles».
Por otro lado, el estado de salud del papa Francisco («papa» en minúscula, como todos los cargos) nos llevó a hablar sobre algunas de sus prácticas de autocuidado, como la buena alimentación y la lectura; esta última, dicen, ayuda a prevenir el alzhéimer. Antes de eso, videos que circulan en redes sociales mostraron a Vladimir Putin, presidente de Rusia, haciendo ademanes inusuales o en posiciones demasiado rígidas, lo que ha provocado especulaciones sobre un supuesto párkinson. Por tratarse de nombres de enfermedades (nombres comunes), lo indicado es escribirlos en minúscula y tildarlos según las normas. No obstante, la Fundéu nos advierte que, cuando van antecedidas por las palabras «enfermedad de» o «mal de», lo adecuado es mantener la mayúscula, pues se está haciendo referencia a la persona que dio el nombre a la enfermedad: «mal de Párkinson».
mmedina@elespectador.com, @alejandra_mdn