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Varias veces en esta columna he hablado del género gramatical. Hoy quisiera referirme a algunas palabras que pueden causar duda: ¿son femeninas o masculinas? Tenemos voces, por ejemplo, que suelen usarse en masculino, pero que, según el Diccionario de la lengua española (DLE), son femeninas, como «sazón» o «sartén». Sin embargo, eso no quiere decir que estén mal empleadas. Otras obras, como el Diccionario de americanismos, recogen el uso de «sazón» en masculino, al tiempo que el Diccionario de uso del español anota sobre «sartén»: «Mientras que en España la palabra “sartén” se emplea casi exclusivamente como femenina, en América coexisten los dos géneros, masculino o femenino, con predominio del masculino».
Otra palabra que, de acuerdo con el diccionario de María Moliner, tiene un uso ambiguo es «maratón». En el DLE figura principalmente como masculino, aunque lleva la anotación de que es usado también en femenino. Al respecto, la Real Academia Española ha explicado: «La voz “maratón” comenzó a circular en el primer tercio del siglo XX con género masculino; posteriormente, por influjo del género de “prueba” o “carrera”, se ha ido extendiendo su uso en femenino, también válido: “el/la medio/media maratón”». De hecho, diría que ese es el uso mayoritario hoy.
Finalmente, una más sencilla: «génesis». Cuando significa «origen», es femenina. Solo se utiliza en masculino cuando se refiere al primer libro del Antiguo Testamento. Según el Diccionario panhispánico de dudas, en ese caso, debe escribirse con mayúscula inicial: «el Génesis». ¿Qué otras se les ocurren?
