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A propósito de la popularidad de la más reciente película de Christopher Nolan, Oppenheimer, vale la pena recordar que tanto «radiactividad» como «radioactividad» son términos válidos. Sin embargo, la primera forma resulta preferible, no solo por ser la forma simplificada, sino porque, de acuerdo con la RAE, con base en sus «bancos de datos», es la forma mayoritaria.
Cambiando de tema, el que ocupó la columna de la semana pasada (lo estrictas que son algunas personas con la expresión «buenos días») me recordó otro caso similar: la férrea oposición a decir «un vaso de agua» o, por analogía, «una bolsa de leche», etc., dado que son objetos que no están fabricados con el material que contienen. Es decir, quienes se rehúsan a decir «un vaso de agua» argumentan que el recipiente es de vidrio, por ejemplo, y no de agua. De nuevo se trata de discusiones vacías, pues ambas son correctas. En lo personal, prefiero «vaso de agua», «bolsa de leche», etc., pues dan una idea más aproximada a la medida que seguramente se quiere expresar. Un vaso con agua, por otro lado, no transmite con exactitud a qué tanta agua nos referimos.
Finalmente, en días pasados me llegó la siguiente duda: ¿se dice «al punto que» o «al punto de que»? Como es usual para resolver dudas sobre queísmo y dequeísmo, bien vale convertir la frase en una pregunta: «¿al punto de qué?» o «¿al punto qué?». Sin duda, la primera es más adecuada, por lo tanto, sería mejor la forma «al punto de que». Sin embargo, hay que recordar que «a tal punto que…» también existe y es, quizá, preferible.
