Varias veces en esta columna hemos dedicado espacio a los diminutivos. Poco o nada a los aumentativos, que igualmente se forman con sufijos. Por ejemplo, «-on», «-ote» y «-azo» (y sus variaciones): «problemón», «grandota», «totazo».
De los diminutivos, con los ejemplos de «manito», «manita» o «manecita», recordarán que las reglas en estos casos son más bien escasas. El uso es el que manda. Algo similar pasa con los aumentativos. No obstante, como nos indica Wikilengua, por lo general, «la forma del aumentativo se determina por la idea que nos proponemos dar a entender variando la terminación del positivo [...] «-on» basta para aumentar simplemente la idea del positivo («peliculón»); «-azo», para expresar lo disforme o extremado («mazazo»); y «-acho» y «-ote», para lo monstruoso o ridículo («ricachón»)».
También, al igual que como vimos con los diminutivos, podemos necesitar interfijos: entre «favor» y el sufijo «-ote», precisamos una «z»: «favorzote». Con «z» van los interfijos que usamos antes de un sufijo que empiece por vocal, incluso con «-azo»: «planzazo», «doctorzazo», etc. Son aumentativos que para la RAE son de escaso uso, pero ustedes me corregirán si no son comunes, en Colombia por lo menos, pues así lo creo.
Finalmente, no olvidemos las palabras cuya raíz tiene una «s» en la última sílaba, pues esta se conserva: de «beso», obtenemos «besazo», por ejemplo.