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Cambié de opinión sobre la selección Colombia

María Alejandra Villamizar
04 de diciembre de 2023 - 02:05 a. m.

*Invitamos a nuestros columnistas a contarnos de las ideas que defendieron y que, ahora, perciben de manera diferente. Esta columna es parte del especial #CambiéDeOpinión.

Qué imposición tan rotunda es la coherencia. Es como una cruz que nos ponemos y debemos cargar subiendo, bajando, caminando, corriendo, creciendo, madurando, envejeciendo. Una premisa, solo eso, que se vuelve dogma, un signo del destino que nos ata sin opciones, una flecha que apunta en una dirección definitiva. Considerada en general como una virtud, se rajan vestiduras y se pasan cuentas de cobro a quien osa desviarse y se niega a mantenerse firme en lo que una vez se pensó, lo que una vez se decidió, aceptó o deseó. Se nos pide ser siempre los mismos, pensar igual en todos los asuntos de la vida, así la vida se encargue de demostrarnos que no es lineal, que nada está escrito sobre piedra, que, como dice el dicho, “hoy somos, mañana no sabemos”.En el debate público, se les pide a las personas que lo sean, y se les restriegan en la cara los cambios citando las huellas que han dejado en esa bitácora de vanidad y trampa que son las monstruosas redes sociales. “¡Ah, pillado! Dijo esto a los 50 años y ahora a los 60 dice esto otro”. El descubrimiento. Y más likes. Mundo ridículo que nos tocó vivir.

Claro que cambiamos de opinión. Distinto es que se tengan pilares, bases conceptuales y creencias generales que nos den un lugar en el mundo, pero incluso, con ellos se pueden hacer gambetas y darle vuelta a la pelota.

Así que, ya que se nos propuso en El Espectador un ejercicio y a propósito de las gambetas, mi cambio de opinión no es sobre la política, la paz ni el Gobierno. Me tocaría dar mucha vuelta porque, como van las cosas, en esta incertidumbre, pues al menos es claro lo que queremos. Voy a cambiar de opinión sobre la selección colombiana de fútbol y la narración mediática de sus hazañas con desesperada pasión y el marketing desenfrendado y nacionalista.

En la eliminatoria para el mundial del 2022 me surgió una apatía desesperada por nuestro proceso futbolero. Ante la falta de resultados, la inminencia de la eliminación y la súplica patética de los comentaristas por que la aritmética nos diera el milagro para que “Colombia, mi patria querida” llegara raspando o por repechajes fantasiosos y que si dejamos la piel en la cancha y todas esas pendejadas que dicen los comentaristas que hacen que el fútbol de la selección sea otro de los delirios folclóricos que dejan de lado lo racional y lo fáctico que tanto nos identifican. Me opuse al optimismo, me opuse a que clasificara una selección mala, que no hizo goles, no ganó partidos ni tenía nivel y que por más conveniencia para una Federación anclada en dudosas y machistas costumbres nos diera el paso al mundial para alimentar esa realidad mágica que nos da aire para sobrevivir en este desahucio incensante de nación.

Pues bien, en esa época, 2021, 2022 estaba en la radio, en La luciérnaga. Y fue ahí donde me desahogué contra la selección y contra los ruegos a la santa madre iglesia y todos sus santos. Claro, hoy están jugando bien y están ganando y pareciera que vamos al mundial del 2026. Entendí que el fútbol no es asunto de meritocracia. Mi cambio de opinión entonces está basado en datos, hechos, razones y resultados. Hoy quiero que clasifique la selección y que, merecida la clasificación, la misma oración de “Colombia, patria querida, te llevo en mi corazón” tenga otra vez sentido.

Ahora sí llegan los goles, tenemos a Lucho Díaz, James volvió con el copete ya en su lugar, Kevin Castaño hace su trabajo y lo mejor es Néstor Lorenzo, según me dice Lorenzo, mi hijo de 17 años, con quien me enfrenté en esos años de maledicencias por el fútbol. Que se despeluquen todo lo que quieran, que hagan fiestas y celebren el juego, que crezcan la pauta y los patrocinadores, que sigan yendo los periodistas que nada tienen que ver con los deportes a los palcos de Jesurún y de los políticos que ejercen de dueños y que hagan relaciones públicas y tomen trago y llamen las amigas que los animan. Que hagan lo que quieran, porque sí hay con qué llegar al mundial. Cambio de opinión. Vivan los alaridos y los desenfrenos, que estemos en el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá, que al fin de cuentas, hay equipo y cada vez nos queda menos en qué creer y menos tiempo en esta tierra.

 

Bueno Bueno(20426)04 de diciembre de 2023 - 11:36 p. m.
Colombia no ha perdido primero por garra y verraquera, segundo por el arquero, Vargas está en un nivel muy alto, tercero porque están jugando mejor no están esos troncos y los nuevos están mostrando mejor nivel. Y la suerte,
Fdem(78835)04 de diciembre de 2023 - 05:57 p. m.
Será que esta "periodista" puede cederle su espacio de opinión a alguien que sí tenga algo que decir?
  • carlos(56602)05 de diciembre de 2023 - 12:40 a. m.
    si si si, por favor.
Fdem(78835)04 de diciembre de 2023 - 05:55 p. m.
Bienvenida de vuelta al patrioterismo y la estupidez colectiva!
Edgar(32214)04 de diciembre de 2023 - 04:37 p. m.
Con todo el respeto que bien se merece,su columna de hoy es lamentable y patética!
Javier(dizd8)04 de diciembre de 2023 - 03:44 p. m.
Bisoño en temas espinosos como el periodismo y el fútbol, permítame decirle: para el próximo evento mundialista van 7/10. Si no asisten en esta oportunidad, es mejor que se vayan olvidando de lo poco que han aprendido.
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