Ni el clamor de una viuda, o de mil viudas; ni el de una madre, o mil madres; ni el de un huérfano, o de cientos de miles de huérfanos; ni las palabras de los pastores de las iglesias, de la de Jesús, o de Yahvé, o Jehová, o de Alá, o de Buda. Ni los diagnósticos de los expertos, de los sabios, de los maestros, de filósofos, pensadores o psiquiatras. Ningún clamor es escuchado.
No basta, no ha bastado, no bastará con un cadáver, con cientos o miles. Nada es suficiente para detenernos. Las personas en sus casas del barrio lloran, se desesperan, se preguntan, claman por un “ya basta”, pero la política es un tsunami: todo lo arrasa,...
Conoce más
