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México: la despedida de López Obrador, un caos en la justicia


María Ángela Holguín

26 de septiembre de 2024 - 12:05 a. m.

En México se acaba de aprobar una reforma a la justicia bastante controversial promovida por López Obrador tres semanas antes de dejar la Presidencia, donde la separación de poderes, pilar de la democracia, está en riesgo.

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No se sabe qué preocupa más: si la reforma misma o la manera como la aprobaron. Pasaron la reforma correteando hasta el último minuto a un senador de la oposición con fama de corrupto, a quien pudieron torcerle el cuello y se volteó a último minuto.

El punto central de la reforma es la elección de jueces, magistrados, consejeros y ministros (16.000 cargos) por voto popular, incluida la Corte Suprema y el Tribunal Electoral. El tiempo de permanencia de los llamados “ministros” —que serán como nuestros magistrados— dependerá del número de votos que obtengan: 8, 11 o 14 años, así que los jueces y magistrados podrán ser reelegidos si tienen los votos.

La incertidumbre que deja AMLO antes de salir es muy grande, ya que el poder judicial —que debe basarse en su independencia y profesionalismo— pasa a ser manejado por los partidos. Los candidatos deben ser avalados por los partidos pasando unos exámenes. De esta manera acabó su mandato tomándose el poder Judicial, ya que Morena, su partido, es el que tiene la mayoría.

Se ha dicho mucho en México que el objetivo de López Obrador con esta reforma es vengarse de un sistema por el que se sintió atacado. Él considera que el sistema judicial es manejado por unas elites inamovibles y corruptas. Pasó la factura antes de irse.

La manera como se aprobó el proyecto en la Cámara no es menos preocupante para la institucionalidad mexicana. Para ser aprobada, la reforma necesitaba mayoría calificada: dos tercios; a Morena le faltaba un voto para pasarla: el 86, del senador Miguel Ángel Yunes (del PAN), que cambió su voto a último momento. Según dicen en voz alta, Yunes —hijo de un político con igual fama que él— cambió su voto a cambio de archivar investigaciones que tenían él, su hermano y su mamá, quienes han ejercido el poder en Veracruz.

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No deja de ser increíble que quien acabó ayudándole a López Obrador fue el senador a quien más insultó, pues no lo no lo bajaba de “maleante” y “corrupto”. En efecto, la posición del PAN era en contra. Después de estar desaparecido unos días antes, entró al recinto faltando pocos minutos y cambió su voto sin pudor alguno. Sus copartidarios le gritaron “¡traidor!”, pero ya el Gobierno tenía el voto que le faltaba. Traidor a México más que a su partido. Resulta paradójico que hagan una reforma a la justicia porque “no funciona y es corrupta” y se lleve a cabo con trampa. Qué mensaje y enseñanzas para un país con una corrupción altísima.

Habrá que ver qué dice la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha dicho frente a la crítica que hay que esperar las reformas secundarias, que son las leyes reglamentarias. No se separará por ahora de su mentor, pero habrá que ver si la incertidumbre que esto genera en los mercados la hace tomar un camino distinto, aunque es difícil imaginar un cambio considerable después de aprobada.

Es muy peligroso politizar la justicia y peor aún en un país como México, que vive una realidad compleja con el narcotráfico; con los poderosos capos, que tienen ejércitos y manejan ciudades y estados. Difícil no pensar que esta reforma les cae de maravilla. Sabemos que el narcotráfico corroe y compra todo. El combate al narcotráfico se debilita aún más. Muy preocupante el fondo y la forma de esta reforma.

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