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Nuestra vida es un reflejo de nuestros pensamientos y de nuestras actitudes. Si sientes que no es suficiente lo que tienes, que te falta esto o lo otro para alcanzar la felicidad o que cuando tengas dinero, el trabajo de tus sueños, una casa más grande, estés más flaco, te cases o tengas hijos estarás pleno, lo siento, pero eso nunca sucederá. Porque la insatisfacción propia y el ego siempre buscarán motivos para hacerte sentir mal. Estamos en constante búsqueda de aquello que creemos que está lejos para alcanzarlo y así se nos pasa la vida, no nos detenemos a mirarnos dentro y sentirnos en completud con lo que tenemos aquí y ahora.
El recorrido ha sido perfecto, todo lo que pasó antes de hoy debía ser así para que yo sea la persona que está disfrutando este momento, todos los tropiezos y las alegrías son parte de mi proceso. En este último ciclo de mi vida he podido entender que el ejercicio de la generosidad es como una ley divina que funciona como un espejo. Si das sonrisas, la vida te sonríe; si das quejas y lamentos, la vida te da más para que te quejes y te lamentes. Si ayudas a alguien, más adelante te encuentras a otro que te ayuda y el universo te da las gracias.
Entre más apoyes, regales, bendigas y cuides a los otros, más recibirás apoyo y bendiciones para ti y tu familia. Aunque a veces la agitada vida no nos permite desarrollar nuestro espíritu filantrópico a gran escala, el secreto para que esto funcione está en vivirlo desde adentro y exteriorizarlo con pequeños actos cada día, sólo quien se siente en abundancia es capaz de desprenderse de algo para entregárselo a otro sin importar recibir nada a cambio. Es esa sensación de sentir que se tiene todo, que lo que más se quiere es compartirlo, no se piensa, solo fluye y se entrega con amor.
Funciona para el dinero, las relaciones y todos los aspectos de la vida. Y, repito, no se te devuelve con la misma persona a quien ayudaste. Pero regresa a ti más grande y un poco más adelante.
Lo que das lo recibes y luego recibes lo que das.
Te invito por negocio a vibrar bonito, a liberarte de la escasez de lo que no se tiene y a dar sin medida, por que sin explicación alguna y milagrosamente volverá a ti.
