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El Vallejo que odia a las madres

María Teresa Herrán
13 de mayo de 2010 - 05:18 a. m.

¿QUIÉN ES REALMENTE FERNANDO Vallejo, además de excelente y, a veces, descuidado escritor?

¿Un ser que sólo encuentra en los perros un refugio a su misantropía? ¿Un homosexual desencajado en una infancia senil? ¿Un insultador profesional? No sobra preguntarlo después del día comercial.

¿Con qué propósito confiesa Vallejo que se inventó a sí mismo en sus personajes, como lo expresa en la contra carátula de su último libro, El don de la vida, al borde del negro abismo (también palabras suyas)?

 Insultar se le volvió una estrategia, como las alabanzas de Colombia es Pasión son otra, y como lo es imitar la voz del Presidente y repetir el eslogan “trabajar, trabajar, trabajar”. El peligro de ciertas estrategias demasiado evidentes: alejan de la creatividad, trátese de literatura o de campañas presidenciales. El odio o el amor se vuelven rutina.

En la presentación del libro en la Feria de Buenos Aires, Vallejo afirmó que Borges fue mal escritor, y Cristina Fernández, algo como una matriz estúpida. Pero el insultador profesional mide y se cuida de no insultar a quien no conviene. A México, país en el que estuvo viviendo con mesura ditirámbica, o a la Universidad Nacional, que le dio el Honoris Causa. Apenas se atreve a escribir que Fox es un asno. Bolívar, en cambio es un venezolano bellaco, hijo del que te parió por la vagina puerca (son sus palabras). Ni hablar de Colombia, su cloaca. Nosotras las madres somos vacas comiendo vacas (eso para recordarnos que es vegetariano).

Vallejo se distancia cada vez más del impacto literario de la Virgen de los sicarios y se vuelve un morboso del insulto, al que siempre le han encantado los niños. Eso también es repetitivo hoy, cuando el tema se ha puesto de moda. Lo aleja a años luz de su Puta de Babilonia o de Pier Paolo Passolini.

En el caso de Vallejo, esos lugares comunes sólo satisfacen sus rabias interiores, las mentadas que se hace de su propia madre. Pero impresiona el parecido entre esa manera de insultar, los comentarios de seres anónimos desaforados por la red, y las estrategias criollas de mancillar al adversario por ser hijo de migrantes, con afiches en Villavicencio, o mediante rumores divinos.

 

mariateresaherran@hotmail.com

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