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El presidente Gustavo Petro dictó un decreto de aprobación de un presupuesto nacional por 523 billones de pesos, más bien simbólico porque sólo puede gastar los 511 que, al menos en el papel, cree que le entrarán al fisco. ¿Y cómo pensaba financiar la diferencia con la ley que el Congreso no le aprobó?
El gobierno esperaba cobrar dos billones de pesos por IVA a las empresas de apuestas y juegos de azar en línea, pero no pudo y de ahí la bronca presidencial con que estos empresarios ejercieran tanta influencia ante los legisladores. Con ese dinero se hubiera podido, por ejemplo, doblar el presupuesto de 2025 de Alimentos para Aprender, el excelente programa oficial de alimentación escolar.
Con los 0.87 billones del impuesto al patrimonio a los bienes improductivos de las sociedades que pensaba cobrar, también hubiera podido doblar, por ejemplo, el presupuesto de la Escuela de Administración Pública. Nos caería bien tener funcionarios públicos mejor preparados.
El problema que no menciona el presidente en su encendida protesta es que una buena parte de los 12 billones faltantes viniera de endeudar más a Colombia. Vamos a tener que girar 112 billones de pesos en 2025 para pagar créditos y el 60 % de eso se irá solo en intereses.
En términos reales, descontando la inflación, dice el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, eso es endeudarse en 13,2 % más sólo para cubrir funcionamiento y meterse en un peligroso círculo vicioso.
“La búsqueda de recursos para financiar la inversión social es necesaria, pero recurrir al sobre endeudamiento para obtenerlos no resulta conveniente por los impactos negativos sobre las finanzas públicas en el mediano y largo plazo”, dice el Observatorio.
La protesta de Petro, además, resulta exagerada si se mira la película completa. Sí podrá hacer mucho si gasta bien los 511 billones de pesos, un presupuesto récord, mayor que el de 2024, aún descontando la inflación.
Tomando el presupuesto de 523 billones (pues todavía no se sabe dónde recortará los 12 billones que le faltan), propone gastar más en Educación: de 74 billones a 79 billones (corrigiendo por inflación); en Salud: de 64 a 67 billones; en Trabajo: de 44 a 53. Trescientas mil millones más para la Policía y más de un billón más para la Rama Judicial y más de medio billón adicional para la Fiscalía. También quiere expandir el SENA y el ICBF.
Pero asoman algunas banderas rojas. Propone aumentar el presupuesto de Codechocó en 3.379 %. Esta corporación autónoma regional pasaría de manejar poco más de dos mil millones de pesos a manejar 99 mil millones. Eso es como si uno gana dos salarios mínimos mensuales, y le cuentan que el año entrante va a devengar 87 millones al mes. ¿Podrá gerenciarlos? En cambio, propone recortar a la mitad el presupuesto de la CVC del Valle, que actúa en otra buena parte del Pacífico. ¿Política?
Habla de paz total, pero algunas entidades de los acuerdos de paz, como la Agencia de Reincorporación de los Desmovilizados y la de Tierras sufrirán recortes de alrededor del 70 %. Disminuye casi a la mitad los recursos de Prosperidad Social que gira los subisidios a los más pobres y también la presidencia se recorta su propio presupuesto; y a Cultura propone morderle un cuarto de sus ingresos (movida más característica de gobiernos de derecha). Tanto discurrir sobre cambio climático, pero a MinAmbiente propone recortarle el 20 %.
Estas cifras las publica el Observatorio Fiscal aquí. Recomiendo a los lectores que los miren con cuidado para que puedan sacar conclusiones más allá de los discursos. Donde se pone el dinero es donde realmente se fijan las prioridades.
¡Feliz Navidad y Próspero 2025!
