Se necesitaba con urgencia que Colombia abriera bien los ojos sobre Venezuela. Como dijo Petro, en la frontera “un vacío estatal creó un poder mafioso sobre el comercio” y apremia liberar a quienes sufren bajo su garra. Maduro además puede facilitarnos el último intento de paz con el Eln y Colombia puede presionarlo amigablemente para que convoque a unas elecciones transparentes.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
Se necesitaba con urgencia que Colombia abriera bien los ojos sobre Venezuela. Como dijo Petro, en la frontera “un vacío estatal creó un poder mafioso sobre el comercio” y apremia liberar a quienes sufren bajo su garra. Maduro además puede facilitarnos el último intento de paz con el Eln y Colombia puede presionarlo amigablemente para que convoque a unas elecciones transparentes.
Con planes de contribuir a que Venezuela retorne a la democracia liberal y que eso beneficie a la economía colombiana, Petro nombró embajador en Caracas a Armando Benedetti. Este incluso anunció que conseguiría US$10.000 millones de intercambio comercial, una exageración, pues este año el intercambio apenas supera los US$500 millones y en nuestro mejor año reciente, 2008, exportamos US$7.200 millones.
No obstante, eso es lo de menos. Lo preocupante es abrir ese mercado antes de que cambie el gobierno de allá. Piratas rusos, chinos, cuentas offshore, lavado clandestino y conexiones con Hong Kong y Bulgaria son las noticias diarias sobre cómo fluyen los negocios en Venezuela. El solo caso de Álex Saab, el barranquillero en tratos comerciales con Maduro, mostró cuán grandes y turbios son.
Simpático y buen conversador, Benedetti disfraza a veces el humor con el descaro. En 2021 la Fiscalía informó que, según la DIAN, el entonces senador presentaba “patrimonios por justificar para los períodos 2009, 2014, 2016 y 2017”, y anunció que le allanaron un apartamento de lujo en Bogotá avaluado en $1.600 millones que Benedetti le había comprado a una mujer y ella a la Dirección de Estupefacientes, sin que las autoridades pudiesen establecer de dónde sacó ella el dinero. Dijo entonces Benedetti que “es la séptima u octava vez que me hacen un montaje en los medios de comunicación”, que nunca un testigo ha refrendado un mal comportamiento suyo y que por eso siempre sale absuelto.
Es cierto que suele salir bien librado de los entuertos, pero haber sido salpicado durante más de una década por tanto escándalo (desde la parapolítica hasta Odebrecht) no es una buena recomendación para ser embajador en las circunstancias actuales y con una cúpula venezolana tan liada en intereses particulares.
Se empieza a ver la equivocación. Una reciente investigación de Cuestión Pública (CP) dice que Benedetti viajó en un avión privado de la empresa Helistar SAS de Barranquilla a Caracas el pasado 28 de agosto y estableció que la Cancillería no pagó el vuelo, aunque el decreto de su nombramiento la obligaba a hacerlo. ¿Cómo permite Colombia que terceros le paguen transporte a su embajador, poniendo en riesgo su independencia?
Solo eso ya está mal. Pero hay más. El embajador no respondió a CP quién pagó un viaje que cuesta US$26.000. CP estableció que Saab había volado con Helistar y que su representante legal es Milton Cabeza Peñaranda, hoy en la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Bogotá. La dueña del avión que lo transportó, dice CP, es la offshore North Pole Investments Inc. Y el mismo Milton es su apoderado general, según encontré en Panadata. Milton es hermano de Orlando Cabeza, socio de Eco Proyectos y Desarrollos, propietaria de un apartamento en el edificio Lagasca 99, entre los más caros de España, con tres empresarios venezolanos vinculados al Gobierno chavista como vecinos, dijo El País.
Todas son evidencias circunstanciales, pero difícilmente meras coincidencias. Dejar en manos de un malabarista como Benedetti la reconstrucción de las relaciones con un país crucial como Venezuela, más agujereado que un gruyer por la corrupción de sus élites, no puede salir bien. Con apenas menos de tres meses en el cargo ya comenzaron los líos.