“Cuando encontré mi nombre y leí de qué se me denunciaba, comencé a escuchar un zumbido ensanchándose adentro de mi cabeza (…) era el sonido de la vergüenza. La pinche vergüenza que no había tenido (…) en una de las tantas borracheras que acostumbraba a organizar en mi departamento, le aflojé la correa a mi macho alfa y manoseé a quien llamaré C, para respetar su anonimato. ¿La toqueteé por un complejo de superioridad? ¿O fue por creer que tenía el derecho de hacerlo? Seguro que fue eso y capas más profundas (…) entendía, al recordar aquella noche, que acosé a C, que mi persona me provocaba asco. Me di tanta lástima”.
Esto publicó...
Conoce más
