La oscuridad adentro de la cueva Quadirikiri, ubicada en el parque natural Arikok de la isla de Aruba, obliga a los turistas a caminar con sigilo. El guía nos advierte que este es el santuario de los murciélagos nocturnos, fundamentales para el equilibrio del ecosistema. Ellos tienen su propia habitación y ahí no podemos entrar pues debe preservarse su hábitat natural. Caminamos entre la penumbra hasta que un agujero en medio de las rocas del techo aparece ubicado justo debajo del sol. La luz cae como si estuviera iluminando a Shakira o a Miley Cirus en concierto: puntual, hermosa. Según la tradición cultural arubiana, ese agujero lo hizo una mujer con su alma, luego de pasar toda la vida encerrada allí, en esa cueva, en contra de su voluntad. La fuerza de su espíritu y su ansia de libertad trajo la luz. Ese es el mito. Pero algo de verdad debe tener cuando hoy Aruba es una isla en la que, a diferencia de la tendencia global, las mujeres gobiernan y toman decisiones en los altos cargos del poder político y económico.
No solo la primera ministra Eelyn Wever-Croes es mujer, así como la ministra de Economía, la presidenta del Banco Central, la jefa de gabinete y la ministra de Justicia, entre otras tantas. También, en la Autoridad de Turismo de Aruba, el 75 % de los cargos de alta gerencia los detentan mujeres, incluida la silla de la dirección, ocupada por Ronella Croes. No es este cualquier trabajo, es uno de mucha responsabilidad y envergadura, pues el 95 % del PIB del país depende del turismo y a pesar de la pandemia el índice de pobreza en Aruba no supera el 3 %.
Aunque no necesariamente ser mujer en el poder garantiza mejores condiciones para otras mujeres y para las personas LGBT, en el caso de Wever Croes existe en principio la intención verbal de que así sea. “La equidad no es algo que se pueda dejar al azar, hay que trabajar en ella, en eso estamos”, afirma. En ese sentido, reconoce que ha sido un reto, en una isla que se ha construido con inmigrantes, muchos de ellos latinoamericanos y católicos, incluir políticas públicas para que la isla sea un destino amigable con las personas LGBT; sin embargo, cree que se está labrando el camino para que se diluyan los prejuicios tanto en este sentido como para combatir la violencia doméstica. En las calles, eso sí, turistas y lugareñas coinciden en que da más susto encontrarse con un perro callejero hambriento que el acoso o la inseguridad que es común en buena parte del mundo. Eso se nota en la prácticamente nula parafernalia que rodea a la primera ministra, quien camina sin los acostumbrados escoltas o esquemas de seguridad a los que en Colombia estamos acostumbradas cuando de dirigentes se trata.
Además, Wever-Croes no es la única arubiana con esta preocupación en mente. “A lo largo de mi carrera, he tenido el privilegio de ser la primera mujer en llegar a ciertos cargos de toma de decisiones. Esto me ha dado mucha felicidad, pero por poco tiempo. La felicidad te dura unos cinco minutos. Luego debes asegurarte de no ser la última”, agrega Nicole Hoevertsz, vicepresidenta del Comité Olímpico Internacional, quien confirma que no ha sido fácil su trabajo en el mundo del deporte, históricamente protagonizado por hombres. No obstante, cree ella que fue una cualidad directamente asociada a su identidad arubiana lo que le permitió hacerse a una voz y a un lugar en su medio laboral: hablar 4 idiomas. Esto no es una particularidad de Hoevertsz, la gran mayoría de las personas arubianas son políglotas, lo que responde a la historia de la isla, conformada a partir de la migración. En Aruba, las personas hablan holandés, inglés, español y papiamento, lengua que describen como una mezcla de las anteriores y la más usada en la vida cotidiana local.
Precisamente por eso ha sido tan importante el activismo por la defensa de su lengua, terreno en el que también ha sido una mujer la lideresa. Se trata de Joyce Pereira. Al ser Aruba un territorio autónomo dentro del reino de los Países Bajos, niñas, niños y adolescentes en los colegios deben aprender matemáticas, sociales y todo lo demás en holandés. Joyce Pereira, lingüista, ha dedicado buena parte de su tiempo y conocimiento a explicar la importancia del papiamento y lo complejo que resulta que niñas y niños sean educados en una lengua que no corresponde con su identidad. “Muchas veces los niños sienten que el problema es de ellos, que son tontos, porque no entienden nada, pero no es así. El idioma está conectado a tu forma de pensar, a tu esencia y es importante poder aprender en el idioma que te conecta a los tuyos”, asegura Pereira. Recientemente, un nuevo formato de escuela más inclusiva con la lengua autóctona empezará a instaurarse.
Así, la historia de Joyce y también la de Hoevertsz se parece en algo al mito. El relato completo es que un cacique venezolano tenía una hija que se enamoró de un hombre que no pertenecía a su clase. Esto no era permitido, así que el cacique decidió enviarla a Aruba y la dejó encerrada allí, en aquella cueva del parque Arikok por toda la eternidad. Pero la mujer logró romper las paredes de piedra caliza con su alma al momento de morir. Eso es lo que deben hacer las mujeres cuando superan las brechas de la colonización, de la clase, la raza y el género. Romper cuevas de piedra y elevarse en medio de la adversidad. Vale la pena seguir prestando atención a la particular isla de Aruba, y descubrir si algo de lo que allí ha funcionado se puede replicar.