Publicidad

Alma tumaqueña

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Mario Fernando Prado
26 de junio de 2009 - 01:53 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

CANTADA DE MANERA INOLVIDAble por Tito Cortés, la canción Alma tumaqueña se vistió de gala cuando la por entonces Orquesta Sinfónica del Valle la incluyó en un formidable performance con arreglos del maestro Paul Dury.

Dicha melodía y el vago recuerdo de su letra me viene a la memoria al conocer las declaraciones del gobernador de Nariño en torno a su puerto a orillas del intranquilo mar Pacífico.

Y no es para extrañarse que lo haya denominado la “Caldera del diablo”: por décadas y hasta siglos Tumaco ha sido el gran olvidado de estas costas, incluso más que Buenaventura y que Guapi, que es mucho decir.

Y claro, ha sido caldo de cultivo, antes de la politiquería —¿se acuerdan de los Escrucerías?— y ahora del paramilitarismo y la guerrilla en un amacice tan insólito como rentable.

Como Buenaventura y sus alrededores están en la mira del Ejército Nacional, incluyendo el Naya, la narcoparaguerrilla se fue más para abajo y allí tiene desde campamentos y laboratorios hasta “fábricas” de submarinos y lanchas rápidas para sacar coca y recibir a cambio dólares o armas en parte de pago.

Región inhóspita, selvática y misteriosa que no cuenta con el control que este delito amerita. Por el contrario, es tierra y mar fértil para que desde el Putumayo y la frontera con el Ecuador se siembre, se coseche, se procese y se exporte el maldito polvo blanco.

En tanto, las gentes y las empresas asentadas allí les toca la peor parte pagando justos por pecadores: la cacería brutal de la guerra no respeta cuando de tierra arrasada se trata y esto puede ocasionar más desplazamientos y una gran desazón entre los generadores de empleo víctimas de esta encrucijada y de las dos fuerzas que se pelean metro a metro las vías, los pueblos, los territorios, los manglares y las costas.

Más que una “purificación” a sangre y fuego, la región de Tumaco urge unas políticas sociales de educación, salud y empleo para que sus habitantes desesperados por el hambre y el abandono no sigan haciéndoles el juego a los estiércoles del diablo.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.