Contra vientos y mareas, los aromas y sabores de las ricas tradiciones culinarias de Popayán y el Cauca podrán degustarse este fin de semana durante del XXI Congreso Gastronómico. Se volvió una cita obligada para los paladares más exigentes y ha contado con la colaboración de distintas entidades públicas y privadas, entre ellas la Alcaldía municipal, que dio todo su apoyo.
No en vano la Ciudad Blanca ha sido galardonada honrosamente con el título de Ciudad de la Gastronomía de la Unesco. La herencia boquisabrosa de esta región, que data de varias generaciones, estará a disposición de toda la gente en los fogones populares de esas cocineras maravillosas que han conservado las tradiciones de sus ancestros.
El Congreso Gastronómico fue idea de Guillermo Alberto González —gobernador y ministro, ya fallecido—, posta que tomó su hijo Enrique González Ayerbe, a quien le ha tocado la difícil tarea de no dejar morir este referente de la gastronomía nacional.
Habrá un variado e interesante programa académico y serán cuatro días de adentrarse en el mundo delicioso de las recetas heredadas y los sabores antiguos. Un espectáculo multiétnico y variopinto colmará los hoteles, los restaurantes postineros y el Parque Caldas, con los sabores mexicanos de una delegación de San Cristóbal de las Casas, las comidas vernáculas de Santander de Quilichao y el cacao y sus derivados, del cual fuera el Cauca su productor inicial y que ha vuelto a tomar importancia en esas tierras.
Y no podía faltar el reconocimiento del Premio Álvaro Garzón, entregado esta vez al antropólogo Weildler Guerra Curvelo, indígena wayú reconocido por sus estudios del Caribe colombiano, la antropología marítima y la historia cultural del mar.
Este Congreso, pues, “será una oportunidad para el intercambio de conocimientos, la exploración de nuevas ideas y la celebración de nuestras raíces culinarias”, según las palabras de González Ayerbe.