Con una gobernadora electa con experiencia y autoridad, el Valle del Cauca se apresta para un próximo cuatrienio luego de la administración de la gobernadora del deporte, que ha manejado con seriedad y aciertos nuestro departamento.
La guacariceña Dilian Francisca Toro, que antecedió a Clara Luz Roldán, ahora de nuevo toma las riendas del poder y estamos frente a 12 años de continuismo en el buen sentido de la palabra. No han existido escándalos por malos manejos ni actos de corrupción comprobados.
A pesar de los múltiples problemas que nos aquejan, estamos lejos de ser un Valle de lágrimas y corrimos con mejor suerte que su capital, donde menos mal se augura un mejor futuro producto de haber elegido bien.
Sin embargo, no esperemos ríos de leche y miel, por cuanto la nueva gobernadora no es el riñón de Petro. Su partido, del que fue presidenta, no les marchó a las reformas y la venganza presidencial está servida.
Por lo tanto, hay que cerrar filas en torno a las urgencias que no se pueden superar con solo los ingresos fiscales y requieren de los empujones palaciegos. Habrá que pelearlos con una bancada que ojalá anteponga el clamor de su región a sus intereses partidistas.
De todas maneras, hay unas expectativas prometedoras que solo con la reconciliación y la unión será posible acometer.
El camino es culebrero, no hay duda, pero para eso hay una administración que conoce, no va a improvisar y estará muy bien rodeada.