Ya lo reconoció el Gobierno central: el departamento del Cauca es territorio de Iván Mordisco. Él es quien manda la parada, por encima de la Gobernación, totalmente maniatada e inerme, y de las Fuerzas Militares, que ni suenan ni truenan porque no las dejan actuar o porque se les creció de tal manera el enano que perdieron la guerra antes de dar la batalla.
Lo acaecido en Timba es prueba inequívoca de ello y faltan datos de los demás municipios, corregimientos y caseríos donde los carros bomba son el pan nuestro de cada día. En esa pequeña población, distante unos pocos kilómetros del departamento del Valle, los destrozos producen rabia, impotencia y desesperación.
La imagen de la maestra Luz Stella Balanta, quien todas las mañanas se iba a Jamundí en su pequeña moto a enseñar en una escuela local y fue alcanzada por la onda explosiva que la destrozó, evidencia el daño causado por quienes dicen que van a firmar una tal paz total que no se ve. Las casas y los negocios hechos ruinas y las otras víctimas son muestra irrefutable de que esa agrupación criminal quiere la guerra y nada más que la guerra.
Además, se comprueba con esta incursión que ya están a pocos pasos del municipio de Jamundí, en cuyas goteras están enseñoreados, pero faltan los carros bomba para sembrar el caos y acabar con la confianza y tranquilidad de los habitantes survallecaucanos, que todavía no creen que el conflicto está en la puerta de su casa.
Sigue a El Espectador en WhatsAppComo siempre, estos ataques nos cogen con los calzones abajo gracias al factor sorpresa, por lo que uno se pregunta dónde diablos está la inteligencia militar. No hacen más que meterle goles y más goles, y como “todo nos llega tarde, hasta la muerte”, ahí están las consecuencias.
Hemos perdido al Cauca. Con todo, se niega que no sería posible realizar unas elecciones libres y en paz, porque la guerrilla pondría los alcaldes y concejales. ¿Nada que hacer?