Los payaneses no se rinden. A pesar de las tantas vicisitudes que han soportado con heroico estoicismo, luchando contra molinos de viento y oscuras tempestades que los afligen, se resisten al “apague y vámonos” y no dan el brazo a torcer.
Por ejemplo, el cacareado turismo del que habla el megalómano presidente se ha reducido a su mínima expresión. La ocupación hotelera está en porcentajes nunca antes vistos, y todo parece haberse confabulado contra esta tierra ensangrentada y abandonada por un gobierno que ha dejado sola a esta actividad.
A pesar de ello, y contra viento y marea, se instaló ayer el vigésimo segundo Congreso Gastronómico, que irá hasta el próximo 8 de septiembre y que, junto con la Semana Santa, es el polo de atracción más importante de la región.
En esta oportunidad, el país invitado es Guatemala, con sus exquisitas comidas. La ciudad colombiana invitada es Leticia, y la región homenajeada es el Patía, con un tributo a la carne de cerdo en sus múltiples preparaciones.
Hay más de cien expositores entre cocineras ancestrales, artesanos y grupos musicales, en un ambiente festivo y hospitalario, con una agenda académica de la más alta calidad para los gourmets y los boquisabrosos, acompañada de una programación de canciones y presentaciones de los países y las regiones invitadas.
El año pasado, el evento atrajo a más de 45 mil visitantes, generando ingresos de 13 mil millones de pesos. Sin embargo, este año, desafortunadamente, no será así por razones conocidas: bloqueos y paros, peligros en la vía, escasa presencia de la fuerza pública y un clima de desasosiego imposible de ocultar.
Se han cancelado muchas reservas hoteleras, han declinado su participación invitados especiales y grupos musicales, y algunos eventos han sido suspendidos.
Pero los habitantes de la Ciudad Blanca persisten, insisten y no desisten de su certamen gastronómico que, este año, su presidente, Enrique González Ayerbe, el alcalde payanés y el gobernador no han dudado en llamar, paradójicamente, ‘el Congreso de la Paz’.