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Se cumplen hoy viernes los cinco días del traslado de todo el staff de la Gobernación del Valle al principal puerto de Colombia, ubicado en Buenaventura.
El tema central, sin duda, ha sido el problema de la inseguridad que allí se padece y que tiene paralizadas las actividades comerciales, sociales y económicas (exceptuando, hasta cierto punto, la parte portuaria), sin que se haya podido avanzar en los proyectos y planes de los gobiernos departamental y nacional.
Esta crítica situación se ha visto reflejada en el espeluznante incremento del 128 % en los homicidios durante los tres primeros meses del presente año, producto en buena parte del microtráfico de droga que no logran “exportar” y con la cual, además, están envenenando a la población juvenil.
Y son dos bandas criminales, conocidas como los Shotas y los Espartanos, quienes han sembrado el terror. Por ello, los bonaverenses, pasadas las seis de la tarde, se auto confinan en sus casas para evitar ser alcanzados por un enfrentamiento o una bala perdida, en medio de un pánico colectivo que está acabando con el turismo.
Hubiera sido lógica la presencia del alto gobierno, pero, al momento de escribir esta nota, aún no se le ha visto la cara, lo cual aumenta la desazón, la incertidumbre y el pesimismo. Algo raro en un gobierno que obtuvo por esos lares una copiosa votación y al que se le prometió el oro y el moro.
Se espera, sí, que el ingente esfuerzo de la incansable gobernadora Dilian Francisca Toro y todo su gabinete se vea reflejado en acciones concretas para que la violencia le dé paso a un clima de paz y convivencia.
Y para ello es indispensable reforzar al máximo la presencia de los agentes del orden, incluso con comandos élite dotados de la más alta tecnología. De lo contrario, estaríamos presenciando otro canto a la bandera, perdiéndose así el gran esfuerzo que se está haciendo con esta convocatoria –que no tiene antecedentes– para salvar al bello puerto del mar.
