La reciente reunión de la gobernadora del Valle con el presidente Iván Duque respondió a un llamado de urgencia que está haciendo este departamento, que está ya cansado de pedir, rogar e implorar. Y es que esa “pedigüeñez” resulta humillante.
No es posible que los temas prioritarios vallecaucanos estén encriptados, como metidos en una nevera o, como dicen en el argot burocrático, engavetados, sin que haya sido posible que los pongan a marchar, como sí sucede con otros departamentos a los que les corren en Bogotá.
Pero como el Valle se ganó la fama de ser una región sobrada, a la que no le falta nada, se le da tratamiento de ricachona y, más aún, de llorona y pataletuda, siendo la realidad algo muy distinto.
Por ejemplo, la terminación de la doble calzada Buga-Loboguerrero-Buenaventura lleva más de 11 años a punta de promesas y mentiras, y mientras otras carreteras se inauguran con bombos y platillos, en esta cenicienta por la que se mueve el más alto porcentaje de la carga que entra y sale de nuestro país no se ven avances y, peor aún, sigue desmoronándose peligrosamente.
Por otra parte, el caso del dragado del canal de acceso al puerto más importante que tenemos en el Pacífico colombiano se volvió un tongo le dio a borondongo y nadie quiere asumir el compromiso de su profundización, lo que está ocasionando que los barcos pierdan competitividad frente a Posorja, el nuevo puerto en Guayaquil. La última perla es el cobro de un peaje a los buques que llegan a Buenaventura, lo cual es una verdadera insensatez.
Es prioritario que se defina el operador de la malla vial, que sigue estando en poder del Invías. Se requiere impulsar el tren de cercanías, así como la operación de los aeropuertos de Cali y Buenaventura, y algo muy importante: la organización de los Juegos Panamericanos Júnior en el año 2021, en los que se harán presentes más de 4.000 deportistas y cuerpos técnicos.
En fin, el Valle pidió cacao porque sin la intervención y el compromiso del presidente de la República seguiremos en las mismas.
La reciente reunión de la gobernadora del Valle con el presidente Iván Duque respondió a un llamado de urgencia que está haciendo este departamento, que está ya cansado de pedir, rogar e implorar. Y es que esa “pedigüeñez” resulta humillante.
No es posible que los temas prioritarios vallecaucanos estén encriptados, como metidos en una nevera o, como dicen en el argot burocrático, engavetados, sin que haya sido posible que los pongan a marchar, como sí sucede con otros departamentos a los que les corren en Bogotá.
Pero como el Valle se ganó la fama de ser una región sobrada, a la que no le falta nada, se le da tratamiento de ricachona y, más aún, de llorona y pataletuda, siendo la realidad algo muy distinto.
Por ejemplo, la terminación de la doble calzada Buga-Loboguerrero-Buenaventura lleva más de 11 años a punta de promesas y mentiras, y mientras otras carreteras se inauguran con bombos y platillos, en esta cenicienta por la que se mueve el más alto porcentaje de la carga que entra y sale de nuestro país no se ven avances y, peor aún, sigue desmoronándose peligrosamente.
Por otra parte, el caso del dragado del canal de acceso al puerto más importante que tenemos en el Pacífico colombiano se volvió un tongo le dio a borondongo y nadie quiere asumir el compromiso de su profundización, lo que está ocasionando que los barcos pierdan competitividad frente a Posorja, el nuevo puerto en Guayaquil. La última perla es el cobro de un peaje a los buques que llegan a Buenaventura, lo cual es una verdadera insensatez.
Es prioritario que se defina el operador de la malla vial, que sigue estando en poder del Invías. Se requiere impulsar el tren de cercanías, así como la operación de los aeropuertos de Cali y Buenaventura, y algo muy importante: la organización de los Juegos Panamericanos Júnior en el año 2021, en los que se harán presentes más de 4.000 deportistas y cuerpos técnicos.
En fin, el Valle pidió cacao porque sin la intervención y el compromiso del presidente de la República seguiremos en las mismas.