Vaya paradojas de la vida. Mientras que el Valle del Cauca está desarrollando la hortofruticultura como alternativa que optimiza el aprovechamiento de la tierra y genera más empleo que el monocultivo, abriendo además un filón importantísimo para la agricultura, por otro lado se están perdiendo entre 400 y 500 toneladas diarias de frutas y verduras por culpa del paro camionero que está afectando el vasto sector de La Unión.
En efecto, los cultivadores han tomado la decisión de no “casar” más fruta, es decir, que una inmensa cantidad de productos se está dejando de empacar y despachar, perdiéndose en los mismos cultivos y en las bodegas que están a reventar.
Este estancamiento en las bodegas y en los mismos campos está ocasionando pérdidas millonarias y un clima de desazón entre agricultores pequeños y medianos, que están decepcionados de haber hecho fuertes inversiones en capital y tiempo, quedando a la deriva, con créditos vencidos y con la tristeza de ver pudriéndose el fruto de sus esfuerzos y expectativas.
El paro camionero, que lleva más de un mes, les ha afectado de tal manera que no podrán recuperarse en el mediano plazo. En nada quedaron entonces las promesas gubernamentales que les pintaron pajaritos de oro, casi que garantizándoles una panacea que se ha convertido en una pesadilla que tiene a muchos sembradores al borde del colapso, de la quiebra y dejando sin trabajo a miles de campesinos que no tienen ningún otro ingreso.
Se sobreviene entonces un drama social que echa al traste la tal generación de empleo tan cacareada por el Estado, que ha sacado pecho con la disminución del mismo en nuestros campos.
¿Si no se conjura este paro de manera inmediata, qué va a ser de estos miles de toneladas de naranjas, limones, maracuyás, uvas, mangos y piñas, entre otros frutales, que tendrán que ser echados al río, en un verdadero crimen?
Y lo peor, ¿qué pasará con los inversionistas extranjeros que tienen listas sus chequeras para apalancar un negocio que les hemos dicho que es confiable, seguro y rentable?
Vaya paradojas de la vida. Mientras que el Valle del Cauca está desarrollando la hortofruticultura como alternativa que optimiza el aprovechamiento de la tierra y genera más empleo que el monocultivo, abriendo además un filón importantísimo para la agricultura, por otro lado se están perdiendo entre 400 y 500 toneladas diarias de frutas y verduras por culpa del paro camionero que está afectando el vasto sector de La Unión.
En efecto, los cultivadores han tomado la decisión de no “casar” más fruta, es decir, que una inmensa cantidad de productos se está dejando de empacar y despachar, perdiéndose en los mismos cultivos y en las bodegas que están a reventar.
Este estancamiento en las bodegas y en los mismos campos está ocasionando pérdidas millonarias y un clima de desazón entre agricultores pequeños y medianos, que están decepcionados de haber hecho fuertes inversiones en capital y tiempo, quedando a la deriva, con créditos vencidos y con la tristeza de ver pudriéndose el fruto de sus esfuerzos y expectativas.
El paro camionero, que lleva más de un mes, les ha afectado de tal manera que no podrán recuperarse en el mediano plazo. En nada quedaron entonces las promesas gubernamentales que les pintaron pajaritos de oro, casi que garantizándoles una panacea que se ha convertido en una pesadilla que tiene a muchos sembradores al borde del colapso, de la quiebra y dejando sin trabajo a miles de campesinos que no tienen ningún otro ingreso.
Se sobreviene entonces un drama social que echa al traste la tal generación de empleo tan cacareada por el Estado, que ha sacado pecho con la disminución del mismo en nuestros campos.
¿Si no se conjura este paro de manera inmediata, qué va a ser de estos miles de toneladas de naranjas, limones, maracuyás, uvas, mangos y piñas, entre otros frutales, que tendrán que ser echados al río, en un verdadero crimen?
Y lo peor, ¿qué pasará con los inversionistas extranjeros que tienen listas sus chequeras para apalancar un negocio que les hemos dicho que es confiable, seguro y rentable?