Crece la audiencia del programa ‘Caso Cerrado’, proveniente de las migraciones de los televidentes hartos de la muy discutible calidad de nuestros canales, que, salvo honrosas excepciones, no presentan novedades y hasta se reencauchan a sí mismos, con una pobre oferta que les ha hecho perder sintonía.
Además, las posibilidades de acceder a opciones como DIRECTV, Netflix, Prime Video, Disney, HBO –entre muchas otras más a precios súper económicos– patasarribó los gustos por las pantallas chicas y las abrió al mundo entero. Una auténtica revolución, sin lugar a dudas.
Y en lo local y salvo los noticieros nacionales ferozmente enfrentados, los musicales también en la misma tónica y uno que otro espacio de interés periodístico, ahí están los ratings que comprueban una profunda crisis imparable porque la pelea no es entre los canales nacionales sino entre los canales del mundo entero.
Esfuerzos titánicos los que hacen las programadoras para conquistar o reconquistar las preferencias que antes tuvieron y que, con un solo clic, se fueron para otros lares. Inversiones millonarias que, muchas veces, no se recuperan con las pautas, obligan en últimas a bajar la calidad so pena de “bancatotiarse”.
Por eso es que series como 'Caso Cerrado', con un formato original, de una gran levedad, con casos insólitos, algunos actuados, descriptivos de la miseria humana y de las luchas intestinas de sus protagonistas aupados por una jueza altiva y soberbia que, martillo en mano, juzga y condena, se roba el favor del público.
Y lo peor es que se trata de programas de hace más de varios lustros que, increíblemente, no pierden actualidad porque los problemas allí tratados siguen siendo los mismos: las humillaciones, los machismos, los celos, las infidelidades, las mentiras, los engaños y demás actuaciones intemporales de los seres humanos que allí se reflejan y se actúan.
Ojalá tuviéramos aquí un ‘Caso Cerrado’ criollo más auténtico y sin el gato encerrado del que se emite en los mayamis para el pópulo latino que gusta tanto de comer cuento.
