Carvajal es, sin duda, el más importante grupo empresarial del Valle del Cauca, el cual celebra por estos días 120 años de fundación. Con una concepción humanista de su compromiso social en favor de las clases menos favorecidas, creando oportunidades laborales e innovando permanentemente a la par con el desarrollo y las nuevas tecnologías es, nacional e internacionalmente, un ejemplo de lo que debe ser la empresa privada en un medio en que la pobreza y la falta de oportunidades piden a gritos más justicia social.
Nacida como la primera imprenta empresarial del occidente colombiano, fue pionera de la medicina prepagada y de las cajas de compensación, incursionando con loable éxito en la producción y transformación de papeles, el diseño y producción de empaques, la tecnología y la actividad inmobiliaria.
Con ventas en más de 30 países en toda América, desde Chile hasta Estados Unidos, genera más de 14 mil empleos y ventas anuales que superan los tres billones de pesos.
Pero lo más admirable es que ha creado la Fundación Carvajal y la Fundación Propal, que generan bienestar y calidad de vida en educación, salud, recreación y vivienda en las comunidades donde labora, con unos resultados reconocidos en los medios solidarios, además de su participación en los proyectos e iniciativas universitarias, artísticas, medioambientales, hospitalarias para no citar sino unas pocas que se han desarrollado en el Valle del Cauca.
Fue el publicista Hernán Nicholls quien les craneó hace muchos años un eslogan el cual me dicen, se engavetó por un tiempo habida cuenta la discreción y la modestia que han caracterizado a esta familia, pero que finalmente fue utilizado por mucho tiempo. Y, aunque ya salió del aire, todos recuerdan y ahora con mayor razón que “Carvajal hace las cosas bien” y las sigue haciendo cada vez mejor.