Acerca de lo expresado ayer en este mismo espacio por la columnista Catalina Uribe, aquí no hay solamente una “invasión” china en Bogotá, sino también en todo el país, lo que en buen romance podría llamarse una auténtica colonización comercial en la que los colombianos estamos poniendo el mercado y las facilidades para que ejerzan su actividad sin el más mínimo inconveniente, y ellos están vendiendo sus cachivaches al precio que les da la gana perjudicando así a quienes llevan años batallando con sus productos, nacionales o importados, así sean estos últimos de un contrabando bastante peculiar porque el Estado lo tolera y lo permite.
Y es que la “expansión” china es en serio: pasamos de importar, en los últimos 14 años, de US$500 a US$10.000 millones, con un incremento porcentual impresionante: en telas 1.200%, en cueros 3.500% y en calzado 3.600% (datos de la Universidad del Rosario), mientras que a los ojirasgados a lo sumo les vendimos US$3.000 millones, de los cuales la mayoría fueron en carbón.
Así las cosas, el desequilibrio está en contra para la balanza de nuestro país, máxime ahora en que, en materia comercial, los chinos están comprando locales, pagando primas carísimas para hacerse a buenas ubicaciones y sacando —repito— a nuestros comerciantes tradicionales haciéndoles un “dumping” fatal e irreversible.
Aquí el Ministerio del ramo debe tomar cartas en el asunto y no propiamente para hacer un proteccionismo chauvinista y demagógico —no—, pero sí para que exista una compensación entre lo que se importa y lo que se exporta, pues de lo contrario estamos haciendo el peor de los negocios en el que los mayores perjudicados son los pequeños comerciantes, que si no tienen forma de competir con las grandes superficies multinacionales, menos con los gigantes chinos cuyas actividades mercantiles tampoco es que sean las más santas que digamos.
Ojo, mucho ojo con lo que se viene pierna arriba con la etiqueta “made in China” que, más que una invasión —insisto—, será una quiebra para el comercio minoritario de nuestro país.
Acerca de lo expresado ayer en este mismo espacio por la columnista Catalina Uribe, aquí no hay solamente una “invasión” china en Bogotá, sino también en todo el país, lo que en buen romance podría llamarse una auténtica colonización comercial en la que los colombianos estamos poniendo el mercado y las facilidades para que ejerzan su actividad sin el más mínimo inconveniente, y ellos están vendiendo sus cachivaches al precio que les da la gana perjudicando así a quienes llevan años batallando con sus productos, nacionales o importados, así sean estos últimos de un contrabando bastante peculiar porque el Estado lo tolera y lo permite.
Y es que la “expansión” china es en serio: pasamos de importar, en los últimos 14 años, de US$500 a US$10.000 millones, con un incremento porcentual impresionante: en telas 1.200%, en cueros 3.500% y en calzado 3.600% (datos de la Universidad del Rosario), mientras que a los ojirasgados a lo sumo les vendimos US$3.000 millones, de los cuales la mayoría fueron en carbón.
Así las cosas, el desequilibrio está en contra para la balanza de nuestro país, máxime ahora en que, en materia comercial, los chinos están comprando locales, pagando primas carísimas para hacerse a buenas ubicaciones y sacando —repito— a nuestros comerciantes tradicionales haciéndoles un “dumping” fatal e irreversible.
Aquí el Ministerio del ramo debe tomar cartas en el asunto y no propiamente para hacer un proteccionismo chauvinista y demagógico —no—, pero sí para que exista una compensación entre lo que se importa y lo que se exporta, pues de lo contrario estamos haciendo el peor de los negocios en el que los mayores perjudicados son los pequeños comerciantes, que si no tienen forma de competir con las grandes superficies multinacionales, menos con los gigantes chinos cuyas actividades mercantiles tampoco es que sean las más santas que digamos.
Ojo, mucho ojo con lo que se viene pierna arriba con la etiqueta “made in China” que, más que una invasión —insisto—, será una quiebra para el comercio minoritario de nuestro país.