Caleño nacido en Manizales, Diego Pombo es considerado el sucesor de Hernando Tejada, autor, entre muchas otras obras de arte, del gato de su mismo nombre, escultura que es hoy un símbolo de Cali. Al igual que Tejadita, su arte urbano recoge las expresiones de esta ciudad que vibra ante sus obras y se han ido convirtiendo en íconos descriptivos de nuestra idiosincrasia.
Prueba de ello es su escultura de Jovita, la reina loca de Cali que se ganó el corazón de la parroquia y que la tuvo siempre de primera invitada a todos los eventos en donde era aplaudida con fruición y cariño.
Y es que este pintor, dramaturgo, teatrero, músico, poeta y loco se ha convertido en un referente de la Caleñidad, en un tomador del pulso de esta convulsionada ciudad salsera, deportiva e iconoclasta.
Famoso por sus creaciones artísticas, lleva un cuarto de siglo organizando el Festival Ajazzgo, que reúne músicos nacionales e internacionales en un certamen cada vez más concurrido y que realiza con y sin financiación oficial a punta de una totuma, que no siempre recoge lo necesario, pero que con su fe de carbonero repite el “Dios proveerá”, que nunca lo ha desamparado.
Su última obra han sido los pájaros musicales, por ejemplo, un guacamayo tocando violín, un colibrí sentado ante un piano o un gallito de roca trompeta en mano: caras de aves fusionadas con cuerpos humanos que este artista plástico ha creado magistralmente.
Pues bien, por estos días, Pombo en su Teatro Salamandra, ubicado en el viejo barrio San Fernando de la capital Vallecaucana, entrega la exposición surrealista de las humanaves que ha titulado “Pajarombres” con ocasión de la Colombia Birdfair que se realiza en Cali y que es un motivo más para venir a la capital colombiana de las aves.
