En muchas universidades se volvió costumbre la presencia, año tras año, de unos supuestos estudiantes que nunca terminan sus carreras y, sin embargo, ahí se quedan, sin que nadie les diga nada.
Este fenómeno se da en las universidades públicas, que cada semestre los admiten hasta para que cursen una sola materia y así prolongan y prolongan su estadía, les permiten deambular por las cafeterías, bibliotecas y en una que otra aula en calidad de asistentes sin estar ni siquiera matriculados.