Consuelo Lago es la creadora de Nieves, una negrita que dejó el delantal para ir a las aulas universitarias y nos deleita en la prensa nacional con sus apariciones en blanco y negro, cuya picardía y algo de perversidad ponen al desnudo todo lo que aqueja a esta sociedad pacata y mentirosa.
Lago es una artista integral, no muy dada a mostrar sus otras facetas como pintora, fiel a su temperamento tímido y distraído que se ha atrevido, sin embargo, a recrear obras de sus autores preferidos de la historia del arte universal, utilizando a Nieves como protagonista de reconocidos cuadros del Renacimiento, el Barroco, el Impresionismo, el Art Nouveau, la Escuela de París, el muralismo mexicano, la vanguardia rusa y el arte óptico, entre otros.
Es así como en las páginas de su más reciente libro, Nieves en la historia del arte, uno la encuentra al estilo de Botticelli, Da Vinci, Tiziano, Degas, Renoir, Van Gogh, Picasso, Rivera, Miró, hasta Ómar Rayo y Fernando Botero, y para qué sigo.
En el prólogo de esta maravillosa y bien editada publicación, escrito por Juan Gustavo Cobo Borda, se lee lo siguiente: “Si este país fuera serio, las secretarías de Cultura repartirían este libro o sus postales por todas las escuelas de su región. No darían la lata fomentando los ‘procesos’ o convocando mesas redondas sobre la identidad. Muchos niños y niñas comenzarían el aprendizaje mágico de la historia del arte con este repertorio jubiloso y sensible. Nieves es mucho mejor profesora que los teóricos de la posmodernidad. Enseña alegría, disfrute y emoción. Solo llegamos a entender lo que amamos, y eso con dificultad, cuando a lo largo del brevísimo tiempo de nuestra vida nos compenetramos de tal forma con ello como Consuelo Lago y Nieves, que decidieron volverse juntas pinturas de verdad, verdad”.