Luego de más de 12 años de una desesperante espera, se ha dado vía a la licitación que entregará al mejor postor la terminación de la doble calzada a Buenaventura, según garantizan quienes sacarán los últimos pliegos para adjudicar esta megaobra, antes de que finalice el actual período presidencial.
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La tarea ha sido tortuosa habida cuenta de lo compleja que se volvió esta obra, que debió concluirse hace bastantes años. El encargado de adelantarla no solo quedó mal, sino que el trazado del tramo que falta resultó siendo un completo fracaso ante los ojos y oídos de los entendidos, quienes desde siempre vaticinaron que la montaña se vendría abajo, como realmente sucedió.
O sea que esa platica se perdió y quedó sepultada por no hacer lo que desde un principio se dijo que se hiciera. ¿Dónde están los irresponsables responsables? Por ahí deben andar muy orondos en París, Nueva York o en la madre patria, recuperándose del estrés que les produjo el justificado señalamiento de sus colegas ingenieros y, claro, la estruendosa quiebra que se les vino encima.
Tuvieron que pasar años para que se trazara la nueva ruta antes de Loboguerrero y se le echara tierrita a semejante metida de pata, toda una vergüenza para la ingeniería nacional y para los constructores, a quienes —repito— se les dijo y se les advirtió lo que iba a suceder.
Los 35 kilómetros que faltan —de los 118 que tiene la vía entre Buga y Buenaventura— tienen un inexplicable costo de $2 billones, una verdadera locura, pero no hubo de otra: o se hacía o se hacía, porque la actual carretera inconclusa, lejos de disminuir el tiempo de recorrido, lo que está haciendo es aumentarlo, habida cuenta de los trancones que se presentan permanentemente.
Aquí hay que reconocer la gestión de la Gobernación del Valle, la bancada parlamentaria y los gremios, entre otros, que lograron poner en cintura al despotismo capitalino y gracias a esa presión se optó por solucionar semejante chicharrón.
A lo anterior se suma la palabra del presidente Duque, que ha prometido dejar lista esta licitación y seguramente la respectiva adjudicación, a menos que le aparezca una nueva zancadilla o le pongan palos en la rueda. Estaremos entonces vigilantes para que se honre la palabra del Gobierno Nacional.