EL PARO DE ALGUNOS —PORQUE, OJO, no son todos— corteros de caña en el Valle y norte del Cauca pasó de castaño a oscuro. Así se le veía venir, pero como somos ingenuotes y buenafereños, no escuchamos a quienes preveían manos oscuras y politiqueras manipulando y engañando a unos inocentes trabajadores.
Fue así como los envalentonaron con la cháchara de los agitadores profesionales que buscan votos antes que su oportunista exigencia de justicia social. Y les pintaron el oro y el moro: Que les iban a mejorar sus ingresos. Que tenían derechos inalienables. Que con un paro de poquitos días se les mejoraban sus condiciones económicas.
Muchos creyeron el cuento y otros no tanto. Empero, los primeros lograron imponerse y decretaron un cese de actividades. Sin embargo, una cosa es parar y protestar y otra, perdónenme, es bloquear y amenazar. Y me explico:
Quienes no están de acuerdo con el paro y desean trabajar, no pueden hacerlo. Les tienen bloqueado y/o prohibido el acceso a los ingenios y ay del que insista: pone en peligro su vida y la de su familia.
A su turno, quienes están en los ingenios se declaran “secuestrados” porque no pueden salir, así como no pueden salir ni el azúcar, ni el etanol. Los reyecitos del paro son hoy por hoy amos y señores de las vías a los ingenios y a los cultivos de caña de azúcar.
Diez mil almas protestando antier contra el paro, no fueron más que una manifestación indiscutible de que no hay unanimidad ni consenso frente a este movimiento y es una lástima que una protesta, justa o no, que pudo tener caminos de concertación, haya degenerado en encapuchados y motociclistas amedrentadores y en un sainete harto conocido en el que se advierte a todas luces una infiltración cuando no guerrillera, si al menos de los que lactando del Estado le tiran piedras al establecimiento.
Desabastecimiento, alzas en los combustibles, pérdidas millonarias, familias con hambre, son algunas de las “perlas” que está dejando este paro politiquero y politizado. ¿Hasta cuándo?
