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Uno de los parques naturales más importantes de Colombia son los Farallones de Cali. Se trata de más de 200.000 hectáreas con una riqueza hídrica, fauna, flora silvestre y bosques tropicales únicos en el mundo, donde se descubren permanentemente nuevas especies que asombran a los estudiosos.
Sin embargo, este reconocido Parque Natural Nacional, con sus cerros tutelares a pocos kilómetros de Cali, está en grave peligro por cuenta de la minería ilegal y criminal, que no se ha logrado erradicar y está envenenando los ríos, quebradas y manantiales con exceso de mercurio. Este metal es altamente peligroso y ha podido detectarse en las aguas que ingieren ya miles de personas.
Además, la tala inclemente de sus árboles constituye un crimen ecológico que tampoco ha podido detenerse. Es tal la sofisticación de quienes explotan sus vertientes, que utilizan maquinaria amarilla que nadie sabe por dónde entra, al igual que los mineros que han construido sus cambuches hasta con luz eléctrica, que tampoco nadie sabe cómo llegó a esas latitudes.
Por eso se ha iniciado la recuperación de este patrimonio natural insustituible con la presencia de un robusto contingente que estará asentado en el Batallón de Alta Montaña ubicado en esa región, y con un gran esfuerzo de la Alcaldía de Cali, la Gobernación del Valle del Cauca y la participación, algo tímida, del Ministerio de Defensa Nacional.
Ojalá que se logre conservar en el tiempo y con mayor ahínco esta cruzada, que requiere más dedicación y continuismo, porque, de lo contrario, las cosas seguirán igual o peores, habida cuenta el alto costo del oro que sube y sube cada vez más.
Urge entonces el concurso desde la Presidencia de la República hasta el Ministerio de las Culturas y demás entes de esa fronda burocrática que ni se mueve ni se siente.
