No lo puedo creer. He consultado con varios colegas abogados y parece que es posible y factible que Jhonier Leal, el confeso autor de los asesinatos de su madre y su hermano, pague tan solo 10 años de calabozo.
Horas después de no haber aceptado los cargos le hicieron cuentas de servilleta, haciéndole caer en la cuenta de que, de los casi 50 años que debería pagar por tan execrables crímenes, que sobresalen en los anales de nuestra bien prolífica historia criminal, podría obtener una rebaja para nada despreciable.
El homicida —que harto entiende de números, habida cuenta del platal que iba a recibir como “herencia del suicidio” de su hermano— comprendió que era mejor someterse a una condena anticipada declarándose culpable, y así lo hizo, como si nada, con la misma sangre fría con la que perpetró su bien estudiando plan.
Así las cosas, el malnacido Jhonier empezó a maquinar su descuento de años en la cárcel, que podrían ser algo más de 20 y quedar en 10, merced a su buen comportamiento —fruto de haber sido buen hijo y buen hermano— y a cualquier estudio que adelante, hasta de moral y buenas costumbres, iluminado por el Señor, que en su infinita sabiduría sabe premiar a sus santas ovejas.
La extraordinaria labor de la Fiscalía merece todo el reconocimiento de la sociedad por la diligente y eficiente manera como condujo la investigación y el acopio de las pruebas pertinentes que lograron acorralar al homicida y presionarlo para que finalmente cantara la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, así no hubiera aceptado inicialmente los cargos que se le imputaron.
Pero, claro, queda un mal sabor frente a lo que ojalá no suceda: que se salga con la suya, le den libertad provisional y disfrute del dinero que le quedaría colocado al módico 7 % acumulable anual y le duplicaría holgadamente el producto de su fechoría.
Dicen los juristas: “Dura lex, sed lex”. ¿Será posible?