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Celebró antier sus primeros 50 años la Cinemateca del Museo La Tertulia de Cali, ciudad que completa un récord en materia de actividades medioambientales, culturales, musicales y deportivas. Esto no es reseñado porque no vende y los ratings necesitan sangre para poder complacer las exigencias del mercado.
Este empeño cívico nació de una figura vital de la Cali que se nos perdió, como fue Maritza Uribe de Urdinola, posta que tomó en otras actividades culturales Amparo Sinisterra de Carvajal con su academia de Ballet y la Fundación Proartes y que ahora la ha proseguido nuestra ex ministra de Cultura por ocho años, Mariana Garcés Córdoba.
La cinemateca ha sido el escenario de la presentación de un cine distinto, y ha sobrevivido denodadamente a las grandes y atractivas salas de cine que ofrecen las últimas películas e inclusive óperas en vivo por parte de empresas como Cine Colombia, manejada por el vallecaucano Munir Falah.
Este cine que ofrece La Tertulia, hasta cierto punto independiente, le ha permitido sobrevivir durante cinco décadas con proyecciones diarias –incluso domingos y festivos– y es de gran atractivo para las inmensas minorías de las que hablaba Álvaro Castillo en su desaparecida emisora HJCK.
Con una discreta capacidad, pero con las comodidades más exigentes, la cinemateca es paseo obligado por el más bello rincón de la avenida Colombia a orillas de ese sueño atravesado por un río, como llamó a nuestro río tutelar el poeta Eduardo Carranza.
Para esta gala, se presentó la centenaria película restaurada del cine mudo Bajo el cielo antioqueño con una interpretación musical acompañante del pianista Víctor Palacios.
