“Nos unimos o nos hundimos” es un eslogan con el que vengo dele que suene desde hace varios años, tratando de convencer de que sin la unión nada es posible y, por el contrario, no se hace la fuerza que se necesita para alcanzar los fines propuestos.
Ahora, con el giro que le dio Fico al decir que “nos unimos o nos jodemos”, él ha corroborado la validez de este sencillo pero carnudo mensaje, que nos viene como anillo al dedo para las elecciones de pasado mañana.
Si se quiere derrotar al candidato de la oposición, el único camino que queda es que los perdedores se sumen a quien obtenga la mayor votación, deponiendo el orgullo, la vanidad, la ambición, el egoísmo y para qué sigo. De lo contrario, nos hundimos o nos jodemos.
Personalmente, me da tristeza que los colombianos estén dejando solo a Fajardo, quien se merece una mejor suerte electoral, y me sorprende el ascenso de Hernández, quien con el solo estribillo de la anticorrupción ha logrado permear a cientos de miles de connacionales, ojalá restándole votos a la oposición. Hernández podría determinar cualquier cosa, desde ojalá una adhesión al candidato de la unidad, que sería lo mejor, hasta apoyar al otro candidato o dejar que sus electores —para usar su vocabulario— hagan lo que les dé la p. gana o voten en blanco o se abstengan, qué sé yo. Cada vez uno se convence más de que la política es el arte de lo posible.
Además, pienso que el pastor Rodríguez y Gómez Martínez podrían sumarse a la unión propuesta y hacer un engrosamiento electoral que puede resultar definitorio.
Creo que hay una última oportunidad para que las mayorías democráticas se impongan en las urnas y exijan al ganador atender las banderas de quienes se sumarán a su causa.
Nos unimos o nos hundimos y ahí sí nos jodemos.
“Nos unimos o nos hundimos” es un eslogan con el que vengo dele que suene desde hace varios años, tratando de convencer de que sin la unión nada es posible y, por el contrario, no se hace la fuerza que se necesita para alcanzar los fines propuestos.
Ahora, con el giro que le dio Fico al decir que “nos unimos o nos jodemos”, él ha corroborado la validez de este sencillo pero carnudo mensaje, que nos viene como anillo al dedo para las elecciones de pasado mañana.
Si se quiere derrotar al candidato de la oposición, el único camino que queda es que los perdedores se sumen a quien obtenga la mayor votación, deponiendo el orgullo, la vanidad, la ambición, el egoísmo y para qué sigo. De lo contrario, nos hundimos o nos jodemos.
Personalmente, me da tristeza que los colombianos estén dejando solo a Fajardo, quien se merece una mejor suerte electoral, y me sorprende el ascenso de Hernández, quien con el solo estribillo de la anticorrupción ha logrado permear a cientos de miles de connacionales, ojalá restándole votos a la oposición. Hernández podría determinar cualquier cosa, desde ojalá una adhesión al candidato de la unidad, que sería lo mejor, hasta apoyar al otro candidato o dejar que sus electores —para usar su vocabulario— hagan lo que les dé la p. gana o voten en blanco o se abstengan, qué sé yo. Cada vez uno se convence más de que la política es el arte de lo posible.
Además, pienso que el pastor Rodríguez y Gómez Martínez podrían sumarse a la unión propuesta y hacer un engrosamiento electoral que puede resultar definitorio.
Creo que hay una última oportunidad para que las mayorías democráticas se impongan en las urnas y exijan al ganador atender las banderas de quienes se sumarán a su causa.
Nos unimos o nos hundimos y ahí sí nos jodemos.