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Triste y doloroso reconocerlo y más aún, decirlo, pero es una verdad que mal haríamos en esconderla para engañarnos y salvaguardar la imagen de paz y tranquilidad en nuestra ciudad.
Y es que la situación de orden público aquí es en extremo preocupante: las disidencias de las FARC ya sobrepasaron la frontera del departamento del Cauca y han llegado a Cali con la consigna de secuestrar y trasladar su botín a las montañas de Jamundí y zonas donde no existe presencia del Estado.
Ya van cuatro plagios en los últimos días y se rumora que han sido muchos más que no han querido denunciarse por miedo a las represalias y a la amenaza de que si cuentan les va peor y hasta pueden asesinar a quienes tienen cautivos.
Es así como han desplegado una red de informantes que identifican a sus víctimas en los gimnasios, fuentes de soda, condominios y centros comerciales y, ya ubicadas, proceden a secuestrarlas, llevándolas en sus propios vehículos loma arriba, y ahí comienza la puja.
Yéndoles bien a unos y a otros, se puede negociar la devolución rápidamente, lo que se conoce como los secuestros express, como sucedió con una víctima a quien le arrebataron su pareja en un mall y pudo recuperarla tras el pago casi que inmediato de 180 millones contantes y sonantes.
Pero cuando es un “pez gordo” y se lo han llevado al inexpugnable monte, el asunto es a otro precio, como está sucediendo con el niño de 11 años de quien no se tienen noticias ciertas (a hoy miércoles 6 de la tarde) pese a la recompensa de 200 millones, la presión de la opinión pública y el despliegue de los gaulas, del ejército y la policía.
Hoy es la Comuna 22, a la que pertenecen entre otros los barrios Ciudad Jardín y Pance. Se sabe que existe sospecha de presencia de bandas delincuenciales no organizadas, redes de milicia urbanas y delincuencia común en otras comunas de la ciudad, pero nadie quiere decir nada.
