No era pertinente una encuesta de intención de voto que incluyera a Miguel Uribe en las actuales circunstancias. 1. Por respeto a su condición, invocada por su círculo cercano. 2. Por ruego ciudadano de no instrumentalizar ese execrable atentado. 3. Porque no es justo con él ni con sus rivales, como los de bancada, que guardaron elocuente silencio. 4. Porque confunde intención de voto con percepción en un momento emocional, predecible y exacerbado que mete ruido a una campaña ya polarizada. Y 5. porque una encuesta electoral, aparte de explicar momentos políticos, debe servir para la toma de decisiones, especialmente de la población.
El resultado da paso a una respuesta vindicatoria que diluye en indignación lo que debería servir como insumo en las campañas. Sorprenden: el altísimo peso, cerca de del 81 % en estratos 1, 2 y 3; el crecimiento de Daniel Quintero y María José Pizarro; la inclusión de Luna, Oviedo y Gaviria en esa curiosa etiqueta de centro donde no suenan; y de Vargas Lleras, Dávila y Botero en la de “centro derecha”. A este paso, en las denominaciones, la derecha-derecha está llamada a desaparecer. Ah, y solo ocho precandidatos por encima del 3 % entre 75 convidados de piedra.
Si fueran requisito los atributos que piden los encuestados a los candidatos, dejarían a la inmensa mayoría viendo un chispero. Más allá de la inefable y muy escasa honestidad, quieren personas con liderazgo, mano fuerte contra la inseguridad, experiencia, respeto a la democracia (en la encuesta diferenciada de institucionalidad) y que no sean políticos tradicionales.
Y a tono con la efervescencia de la agenda mediática aparecen como principales problemas el acceso a la salud e inseguridad, mientras desempleo, costo de vida y narcotráfico aparecen desplazadas de prioridades ciudadanas, pero no de sus duelos.
Invita a la reflexión que el 23,8 % votaría por el que diga Petro; el 18,6 %, por el que diga Uribe; 6,7 % por el que diga Duque y 3,6 % por el que diga Santos, es decir, ¡más de la mitad! Frente al 40 % que no se dejaría inducir. Habrá que barajar de nuevo.