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Es como una peste. El síndrome de la impudicia y la prepotencia terminó por invertir los valores ciudadanos y puso en el lugar donde deberían estar los encargados de salvaguardar la ley a los señalados de comisión de delitos, contravenciones y faltas. Y en el colmo de la soberbia, alardean por ello.
Nada que haga hervir más la sangre —según decían las abuelas— que ver a mandatarios, funcionarios y candidatos a serlo robarse la escena —como decían los griegos de quienes padecían de hybris, ese narcisismo enfermizo— para ir en contra de lo acordado socialmente y sin despeinarse.
Celebrar como triunfo el 5-0 que nos infligió Nicaragua en el fallo de La Haya no resiste análisis y habla de esa pandemia que cegó a quienes debían velar por nuestros derechos en territorios insulares, pero además quieren convertir en virtud su probada incapacidad.
El virus corroe a quienes toman las decisiones más trascendentales para las nuevas generaciones, pero también a responsables en otros aspectos en apariencia superficiales, por ejemplo, el más reciente corte de la Fedefútbol, haciendo gala de una absurda superioridad moral, como si les quedáramos debiendo.
Lo mismo sigue pasando con Otoniel y con quienes aparecen en la lista declarada ante la JEP, que en vez de usar el tapabocas retan ya no las pruebas para justificar sus actuaciones.
O los muy autocelebrados avivatos que se pasan por la faja topes de campaña, como en el caso no menor, porque está referido a talantes y conductas, del uso desmesurado y cínico de pancartas en más de una docena de ciudades.
O quienes estando impedidos participan en política, se ufanan de hacerlo y luego se atreven a hablar de salvar la institucionalidad y la democracia. O el registrador, una vez más, dándoselas de acróbata para atornillarse en su puesto como un deber, a sabiendas de la desconfianza general que suscita.
Por eso es inocuo preguntarse por qué el ciudadano promedio viola la ley y se enorgullece de hacerlo e incluso, a veces, lo hace solo para sentir que es superior en la escena. Con esos ejemplos…
@marioemorales y www.mariomorales.info
