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No se entiende cómo sobrevive nuestra clase dirigente con tantos tiros en el pie. Confían en que olvidaremos y que las barbaridades del presente no alcanzarán nuestras decisiones del mañana. De otra manera no se explica la arremetida inconsciente contra todo, contra todos y contra ellos mismos.
Porque una cosa es, para hablar del comercio, exigir seguridad de los gobernadores y alcaldes, como el despistado de Bogotá, que sigue orondo repitiendo promesas como si la campaña no se hubiese acabado hace cuatro meses. Y otra, infundir temor con cifras alegres, que en realidad terminan en drama. Los voceros de los gremios han resultados tan eficientes como la repetición incesante de los videos violentos en los telenoticieros, no solo para ahuyentar clientes, sino para crear ese aire de pesimismo y derrotismo que desterró a la gente de las calles en los ochenta y noventa.
Así, el hampa logra lo que quiere: ese aire de fatalismo de parte de los ciudadanos que frente al riesgo no quieren oponer resistencia, y ante la ausencia de soluciones cada vez están más dispuestos a entregar su dignidad para sentirse seguros. Por eso hablan de bukelismo. Toda una paradoja: Frente al encierro voluntario, como toda alternativa, le apostarían al encierro totalitario, entregando privacidad, movilidad y derechos civiles.
Y en política, en vez de hacer oposición constructiva, ciertos caciques jubilados están configurando un nuevo canon que ha resultado eficiente; otra paradoja, porque su único objetivo es bloquear, impedir, atravesarse y boicotear, es decir, todo lo que criticaban de las primeras líneas. Pretenden ignorar, mientras celebran sus victorias pírricas, que están diseñando una hoja de ruta para cualquiera que sea la oposición en el próximo gobierno. La parábola del búmeran. Que después no se quejen.
El resultado es esta parálisis emocional en medio del melodrama diario y el halo conspirativo que emerge en todas las conversaciones que hacen la cuenta regresiva de los 29 meses, como si lo que sigue no fuera a ser peor. Validada la fórmula de los tiros en el pie, nos seguiremos desangrando… y sin reforma a la salud.
