Ahora sí, todo claro. Solo faltaba ese poderoso dispositivo legitimador que es la televisión, porque ya el convergente melodrama de Palacio corría por todas las plataformas, pero más que al reality, asociado a neogéneros como el hiperrealismo o el que narra “el otro lado de la realidad”, como lo contó Tolstoi.
Aunque, viendo lo que vivimos, deberíamos decir ‘neotelevisión’ en esta dispar sociedad de masas que desmiente la máxima de Elliot, vigente casi un siglo, de que los seres humanos no podemos soportar excesiva realidad.
Pues bien, viviendo lo que vemos, sí, eso somos: masas consumiendo melodramas donde somos...
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