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El país del desparche

Mario Morales

10 de septiembre de 2025 - 12:05 a. m.

Cualquiera diría que aquí nos la pasamos de desparche; que como no hay nada que hacer, porque todo fluye en el país de las maravillas, hay que inventarse actividades para justificar salarios y parecer que trabajamos.

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Basta mirar el desocupe de los alcaldes de grandes ciudades que, ante el florecimiento de sus urbes fueron a darse una vueltecita no sabemos si a Washington, donde tienen poco o nada que hacer y hay menos lugares certificados para entretenerse que en Miami, por ejemplo, que tenía el atractivo de los premios MTV, cuyo primer ganador fue Ricky Martin que puso a gozar a todos con su “Living la vida loca”, como si los alcaldes hubieran estado en el escenario.

A última hora se bajó de ese Transmilenio el “alca-rénder” Galán, no solo porque prefería ver el inocuo viaje en realidad virtual, sino porque anda de holganza recolectando fotos de los vagones del Metro que, vaya paradoja, llegan a Bogotá en camiones y que durante añitos servirán, si acaso, como lugares turísticos para quienes, como su burgomaestre, no tengan mejor plan.

Es evidente el desocupe de Vargas Lleras que en su realidad paralela funge y finge como presunto determinador de lo que pasa en su país imaginario, a pesar de que para el resto de ciudadanos su nombre no suena ni truena, ni siquiera en las falsas encuestas que hoy llenan el ocio de los más de 102 candidatos que no tienen otra cosa que hacer que lanzarse a las urnas como si estuvieran en el balneario de moda.

Menos mal no faltan pasatiempos para la oposición, como el de vestir o criticar el gusto personal del presidente, montarle o difundir videos con inteligencia artificial o de apostarle a sus juegos de (debajo de la) mesa, o a los juegos de roles para hacer trizas al país para ver si alguien acierta a refundar la patria.

Quizás sea hora de repensar lo de la disminución de la jornada laboral, la ley Emiliani, las pausas activas antes que, fruto de la envidia, terminemos certificados ya no como el país de belleza, sino de la pereza.

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www.mariomorales.info y @marioemorales

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