Es como si el 2025 se negara a arrancar. A diferencia de años anteriores en los que literalmente nadie quería descansar por el síndrome de la pandemia, este año comienza, y es un decir, entre la remoción de escombros que dejaron los gobiernos anteriores y los mandaderos que quieren barrerlos debajo de la alfombra.
Por eso la atención se la lleva un acto pleno de violencia simbólica y autoritarismo de funcionarios mandaderos de la alcaldía de Fico que no solo quisieron aplastar la verdad detrás de la reaparición de restos humanos en la Escombrera, sino la libertad de expresión al borrar ese grafiti en Medellín que refrendaba que “las cuchas tenían razón”… Los grafiteros, también.
O resulta noticioso que en uno de sus últimos y desesperados mandados, la procuradura también haya querido barrer los escombros del delatado y maloliente sistema de salud pidiendo la declaración de un imposible estado de cosas inconstitucional porque el incremento de las UPC esta vez no obedeció a los caprichos de quienes hicieron de la salud un negocio inhumano. A ver si a partir de mañana esa entidad logra espantar algo de los malos olores.
O es titular que los mandaderos del derrochador y oscuro desgobierno de Duque celebren sobre los escombros de la inversión social que no haya dinero este año para poblaciones vulnerables. Ojalá las investigaciones saquen a flote los desechos que simbolizan ese irresponsable déficit fiscal que no tienen beneficiario conocido.
O recobra actualidad que detrás de la oposición venezolana, tal y como pasó con un tal Guaidó, no haya sino escombros de estrategias para sacar del poder al sátrapa de Maduro. Del cursi e inane concierto de la frontera del pasado pasamos al desconcierto de una oposición que no ha estado a la altura de la sufrida y subyugada población venezolana, como lo demuestra que el inepto dictador se mantenga.
Ya es hora de prender la luz para que se escondan los mandaderos y comencemos el año barriendo hacia afuera, como debe ser.