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El país de las maravillas

Entre la decadencia y la incredulidad

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Mario Morales
27 de agosto de 2025 - 05:05 a. m.
“La decadencia de una casa comienza cuando al jefe del clan dejan de creerle”: Mario Morales.
“La decadencia de una casa comienza cuando al jefe del clan dejan de creerle”: Mario Morales.
Foto: EFE - Carlos Ortega
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La decadencia de una casa comienza cuando al jefe del clan dejan de creerle. Solo la sostienen la costumbre y un poco de respeto que termina de minar el jefe venido a menos, cuando no la ambición por la pretendida herencia.

Es lo que dejan ver los entretelones de la extrema derecha y la rapiña por una candidatura, porque no han sido pocos los errores del expresidente Uribe, como nominador, ni las veces que ha violado los acuerdos con sus seguidores que solo lo obedecen porque, al fin y al cabo, es el dueño del partido, como dicen entre dientes.

Uribe ha pasado de ser, como dijera Baltasar Gracián a propósito de las metáforas de las edades, “a los cincuenta, una serpiente; a los sesenta, un perro, y a los setenta un mono”, como lo dejan ver sus argucias, groseras por obvias, como la renuncia a la prescripción de su caso por el que está condenado, para que la sentencia en firme se siga extendiendo a su antojo.

Difícil creer que la iniciativa fuera de Miguel Uribe Londoño para aprovecharse, sin hígados, del asesinato de su hijo para autopostularse como precandidato. Sabe que no tiene fondo. Discretísimo concejal, discretísimo congresista, será un discretísimo precandidato cuando las rabias reposen. Pero esa decisión ha dejado ver por primera vez el malestar y la rebeldía de los otros cuatro aspirantes, que mutatis mutandis ha ido confrontando los visos autoritarios e inconsultos de su jefe, en nombres y plazos, mientras da tumbos en busca de un perfil que le dé alguna opción.

Perdida la plena confianza, las precandidatas solo atinan a ponerle freno; otros, como Abelardo, aspiran sin disimulo a sustituirlo; algunos como Pinzón quieren imitarlo y el resto sueña con heredarlo, mientras lo lisonjean hasta donde se los permite la ambición, la necesidad o la hipocresía, haciéndole creer que todavía es el gran elector, en contravía de las encuestas; o que este país es el mismo de hace cinco lustros… Parafraseando a Iñaki Gabilondo: “…convencidos de que gestionan una verdad de orden superior, se están negando a entender su decadencia”.

www.mariomorales.co y @marioemorales

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Georgw(47762)29 de agosto de 2025 - 03:44 a. m.
Excelente
Maribel Martinez(27840)28 de agosto de 2025 - 11:01 p. m.
Amén
Astrid Vallejo(60305)28 de agosto de 2025 - 10:54 p. m.
Suscribo
Rod(24557)28 de agosto de 2025 - 02:00 p. m.
Excelentes reflexiones
Helena Romero Herrera(66766)28 de agosto de 2025 - 04:47 a. m.
Súper!!!! Decadente y sin vergüenza, la sed de poder lo perdió
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