Superado el reto de las mayorías, que tiene a analistas y bodegueros haciendo fintas y movimientos de cintura para acomodarse a la nueva normalidad política, al gobierno electo le quedan dos desafíos inmediatos, entre los muchos a resolver en los próximos cuatro años.
El primero, ganarse la pronta confianza de la fuerza pública, expresada en haceres y decires públicos del oficialato y separada radicalmente de las insinuaciones irresponsables, sottovoce, de los retirados, para lograr la transición armónica que el país todo necesita.
Y el segundo, un cambio sustancial en las comunicaciones. Una cosa es la interacción, sin intermediarios, con millones de ciudadanos en la efervescencia electoral y otra es la expectativa de satisfacción de sus seguidores a necesidades y reclamos tantas décadas aplazados.
El “dedoprontismo” de las redes debe ceder su lugar a información filtrada y cualificada. El tiempo de agitación y confrontación pasó. El pegante del acuerdo nacional, al que se quieren montar tirios y troyanos, reclama hechos y ecuanimidad para construir un ambiente que permita lidiar con disensos y contrapropuestas.
No es fácil con tanta vaca sagrada, y para colmo locuaz, en la coalición. Ordenar jerarquías de vocería y relacionamiento con medios ayuda a oxigenar la comunicación política. Por eso no se entiende la verborrea en temas sensibles como la tributación. Jugar a globos de ensayo sin definir la cabeza en Hacienda, el equipo asesor ni la hoja de ruta es contraproducente. El canon dice que el debate es interno y la decisión única. Flaco favor hacen quienes quieren presionar con la opinión pública para el nombramiento en cargos o responsabilidades.
Objetivos urgentes son bajar el estrés mediático de sectores implicados y de la oposición con cronogramas precisos en esta época de gabinetología, desinstalar la megalomanía duquista y entrar en terrenos de lo factible y real con el consecuente costo de sacrificios, y cambiar el sujeto de cada tarea a primera persona del plural, olvidando lógicas de adversarios y optimismos prematuros.
Comunicar, lo sabe Petro, es hacerse elegir; ahora debe saber que, antes que nada, también es gobernar.
www.mariomorales.info y @marioemorales