Subir un puesto, bajar en porcentaje, estar cerca de Estados Unidos, deterioro generalizado en la región, aparecer en la lista de países con restricción son algunas aristas para mirar el índice Chapultepec de libertad de expresión y prensa entre agosto de 2022 y agosto de 2023. Si bien el barómetro mide acciones institucionales en ese sentido en 22 países del continente, al lado de la alerta necesaria falta el llamado de atención, así como lo hace con opinadores sin rostro, a algunos medios y periodistas y su incidencia por acción, mala intención y omisión en el enrarecimiento del debate público que deviene en desinformación ciudadana y un ambiente hostil y sectario.
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Es pertinente aclarar que esa situación ha sido similar en los últimos cuatro años en los que se ha adelantado la medición. Evidencia que la vocación de gobiernos nacionales y regionales ha sido atacar, estigmatizar u obstaculizar al buen periodismo, y las dos últimas administraciones no han sido la excepción. Por eso no nos va bien en los cuatro ejes del índice: ciudadanía informada y libertad de expresarse, ejercicio del periodismo, violencia e impunidad y control de medios. El tercero es el más preocupante en toda la historia reciente, el cuarto es el de menor riesgo, y los dos primeros los que más llaman la atención por la actitud reactiva y señaladora del ejecutivo, negligencia del legislativo e inoperancia del aparto judicial, en medio de la falta de acceso transparente a información pública. Clave ese informe de la SIP para que la libertad de expresión no se siga deteriorando.
Pero, insistamos, junto al espaldarazo unánime al periodismo de investigación, riguroso y necesario, no se puede obviar el llamado a reporteros y columnistas a la reflexión y el buen juicio, sobre todo en las formas. La evidente pauperización de la crítica con señalamientos o adjetivos sin fundamento solo para indignar, basados en fake news convenientes, merece rechazo y acciones contundentes de esos medios para diferenciar la opinión chatarra incrustada en desinformación con fines activistas, partidistas o personalistas. La mentira oscurece y el servilismo enceguece y el periodismo, antes que nada, es un faro.
