Engolosinados como están muchos de los grandes medios y líderes de opinión con lo que parece más “petroatracción” que “petroaversión”, a juzgar por los réditos que deja la clicmanía, ya probada cada vez que se habla de James Rodríguez, Shakira o Esperanza Gómez, han pasado de agache los desatinos y descaches de algunos alcaldes y gobernadores, escondidos tras espejos retrovisores cuando no haciendo vulgar oposición.
Encabeza la lista el archiduque de Bogotá y su talante débil e indeciso frente al primer reto real de su “administración”: el necesario racionamiento de agua por el fenómeno de El Niño más anunciado de la historia, pero del cual el alcalde, Carlos Fernando Galán, no parecía enterado hasta ahora.
Con la mampara de un humor ofensivo, y la complicidad de algunos periodistas y activistas en redes, falló en materia grave en gestión y prevención, pero sobre todo en pedagogía hasta el punto de que fueron ciudadanos los que le informaron sobre la ausencia de cortes en conjuntos con tanque.
Ante tal falta de seriedad, ahorro sustancial no ha habido y el alcalde ahora amenaza con duplicar tarifas. Pondrá a los ciudadanos a pagar por su propia ineptitud mientras moja prensa, vestido de casco, haciendo como si trabajara en obras de gobiernos anteriores y recibiendo indulgencias con avemarías ajenas, como con la nueva estrategia de seguridad de la Policía.
Por lo demás, poco y nada. Se nota el esfuerzo de opinadores lambones por limpiar su imagen con el pretexto de que no casa peleas, como si la capital fuera reformatorio y no la urbe huérfana de gerente e ideas que la saquen del hoyo donde la dejó la anterior alcaldesa.
En movilidad, la única idea “genial”, por facilista, que ha ventilado es pico y placa los sábados. Más castigo a usuarios particulares, beneficios a quien tiene más de un vehículo, más trabajo para la Policía que debería ocuparse de la seguridad y empujón a compra de más vehículos para terminar de colapsar.
Parece ser que, en imagen, como se ve en algunas encuestas, resulta mejor no hacer nada en vez de proponer soluciones de fondo, así generen polémica. Sí pasó los 100 días de agache.