Lo primero que tiene que reconocer el Gobierno Petro es que fue, cuando menos, artífice de la marcha en su contra. Colaboró con esa rara mezcla de improvisación y tardanza, en la que uno no sabe cuál es cuál, en decisiones y nombramientos; con esa algarabía de funcionarios disueltos en verborrea, demostrando su inexperiencia e impertinencia; con la apertura de tantos frentes de acción, imposibles de coordinar y de digerir; y, como se ha dicho acá, con la ausencia de un plan de comunicación coherente y eficiente.
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