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¡Sí, como no!

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Mario Morales
05 de enero de 2009 - 02:52 a. m.
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ES LO LEGAL, DICEN EL MINHAcienda y el MinProtección, y con eso pretenden acabar la discusión sobre el injusto incremento del salario mínimo. Pero ése es el problema: el excesivo legalismo a la hora de otorgar derechos, de ver lo social y de tratar lo económico cuando se trata de los menos favorecidos.

Ceñido con terquedad a la letra jurídica el gobierno Uribe, termina “castigando”, por lo menos,  a cuatro y medio millones de colombianos que con sus familias sobreviven con cerca de 16.500 pesos diarios, y que respetan la ley y la cumplen.

No obstante, el mismo rigor y empecinamiento no se observa al aplicar códigos, establecer penas y hacer cumplir sentencias de quienes cometieron delitos de lesa humanidad, de quienes los financiaron o  defendieron desde el Congreso y otras instituciones. Entonces sí, la ley se torna maleable y negociable en beneficio de unos pocos que purgan, cuando lo hacen,  penas irrisorias e indignantes.

No se entiende cómo sí es legal reformar la Constitución para hacerse reelegir o favorecer partidos incursos en parapolítica o hacer a un lado las normas mediante estados de excepción para acabar con un paro judicial o paliar los efectos avanzados de unas pirámides.

Pero está más allá de lo “legal”, para el Ejecutivo, los empresarios o el sector financiero (con ganancias  de $8,6 billones), actualizar el salario mínimo, que tiene un retraso de más de una década. El viernes perdió otros dos puntos con respecto a la inflación que estuvo entre el 9 y el 9,5% para los estratos uno y dos.

Para no hablar del embeleco de que con mayor incremento se dispara la inflación. ¡Sí, como no! Mermar el poder adquisitivo en plena desaceleración disminuye la demanda y nos pone en la ruta de la deflación. Pero además incumple la propuesta uribista de construcción de equidad.

El cumplimiento de una norma resulta precario como pretexto para obviar la obligación que tiene el Estado de procurar una vida digna para todos los ciudadanos. A menos que tengamos dos Estados de derecho, uno inflexible y rígido y otro negociable, al vaivén de las conveniencias y de las ambiciones.

www.mariomorales.info

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